LA IMPORTANCIA DE LA FLORA INTESTINAL EN LA PREVENCIÓN DE ALERGIAS Y ENFERMEDADES AUTOINMUNES
El intestino es mucho más que un órgano digestivo: es el hogar de billones de bacterias, hongos y microorganismos que conforman la microbiota intestinal, un ecosistema que cumple un papel decisivo en la regulación del sistema inmunológico. Su equilibrio es tan delicado que cuando se altera, las defensas del cuerpo pueden volverse inestables y reaccionar de manera exagerada frente a sustancias inofensivas, dando origen a alergias, o incluso atacar por error a los propios tejidos, desencadenando enfermedades autoinmunes.
La microbiota intestinal entrena al sistema inmunitario desde los primeros años de vida, enseñándole a distinguir entre lo que es una amenaza real y lo que no lo es. Estudios recientes han demostrado que una diversidad bacteriana saludable reduce el riesgo de padecer asma, dermatitis atópica, enfermedad celíaca o artritis reumatoide. Por el contrario, dietas pobres en fibra, el consumo excesivo de antibióticos y el estrés crónico empobrecen esa flora protectora, debilitando sus funciones.
Los metabolitos que producen las bacterias intestinales, como los ácidos grasos de cadena corta, son esenciales para modular la inflamación y mantener la integridad de la barrera intestinal. Sin ellos, las toxinas y agentes inflamatorios pueden pasar al torrente sanguíneo y desestabilizar las defensas del cuerpo.
Cuidar la flora intestinal no es un lujo, es una estrategia de salud integral. Incluir alimentos ricos en fibra, probióticos presentes en yogur y fermentados, así como prebióticos de frutas y verduras, fortalece este ecosistema vital. Mantenerlo en equilibrio significa reducir la vulnerabilidad frente a alergias y prevenir la aparición de enfermedades autoinmunes que pueden marcar la vida de manera irreversible.
Fuente: National Institutes of Health (NIH, 2024); Organización Mundial de la Salud (OMS).
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