jueves, 16 de octubre de 2025

La Maldición de Laurinaga


La Maldición de Laurinaga


En el siglo XV, don Pedro Fernández de Saavedra, fue nombrado señor de las islas Afortunadas, Fuerteventura. Don Pedro, tan conquistador en el amor como en la guerra, cobro fama, nada más llegar a la isla por sus aventuras con las muchachas guanches. Se casó, al poco tiempo de llegar allí, con doña Constanza Sarmiento, hija de García de la Herrera, y tuvo catorce hijos, amén de todos los ilegítimos que sembró por la isla en sus frívolas aventuras.

Con el transcurso de los años, uno de los hijos de doña Constanza, don Luis Fernández de Herrera, se convirtió en un apuesto caballero, heredando todos los defectos de su padre, pero ninguna de sus virtudes. Era altanero, petulante y conquistador; pero cobarde para la guerra. Y le resultaba divertido seducir a las muchachas indígenas, que le miraban como a un héroe.

En una ocasión, se encaprichó de una bellísima doncella que había sido bautizada como cristiana con el nombre de Fernanda. A la muchacha no le disgustaba la presencia de don Luis; pero no se decidió a poner en juego su reputación accediendo a sus deseos. Pasaron los meses y el galán siguió acosando a Fernanda, que cada día se sentía más dispuesta para aquel juego, hasta el extremos de aceptar una invitación de don Luis para asistir a una cacería organizada por su padre.

Llegado el día, don Luis se las arregló para estar solo toda la mañana con la ya enamorada doncella. Comieron plácidamente a la sombra de un chopo y poco después el joven caballero la invitó a dar un paseo. En animada conversación llegaron a una espesa arboleda cuando ya la tarde declinaba. Don Luis, creyendo que ya había llegado el momento de prescindir de galanteos platónicos, intentó abrazar a Fernanda. Ella trató de defenderse, pero comprendiendo que le sería imposible hacerlo, pidió socorro a grandes voces. Los gritos fueron oídos por los cazadores, y advirtieron la ausencia de la pareja.

Don Pedro montó en su caballo y, en compañía de otros caballeros, picó espuelas para dirigirse hacia allí. Antes de que llegaran, pudo acudir un labrador indígena, que al ver la situación de la doncella trató de defenderla de don Luis. Éste, ofendido y molesto, desenvainó un cuchillo, dispuesto a quitar la vida a aquel indígena.

Pero no fue posible, porque, tras nos minutos de lucha, el labrador pudo arrebatar el arma a don Luis. Iba a clavársela, como venganza, ciego de ira, cuando don Pedro, que llegaba a todo galope y había visto la escena se precipitó con su caballo sobre el campesino que cayó con violencia al suelo y murió en el acto.

Entonces apareció de entre los árboles una anciana indígena, madre del labrador, que, lanzando una mirada dolorida sobre aquel cuadro, se dio cuenta enseguida de lo ocurrido. Levantó la cabeza para conocer al causante de aquella muerte, y se encontró con la de don Pedro, el caballero que la había seducido en su juventud y del que había tenido aquel hijo que acababa de morir. La anciana, al reconocerle, ciega de indignación, le hizo saber que ella era Laurinaga y que aquel cadáver era el de su propio hijo. Luego, elevando los ojos al cielo, como invocando a los dioses guanches, maldijo con voz temblorosa y acento grave aquella tierra de Fuerteventura, por ser señorío de aquel caballero don Pedro Fernández de Saavedra, causante de todas sus desgracias.

Dicen que a partir de aquel momento empezaron a soplar sobre aquellas tierras los vientos ardientes del Sahara, que se empezaron a quemar las flores y toda la isla fue convirtiéndose en un esqueleto agonizante, que, según la maldición de Laurinaga, acabará por desaparecer.

LA ISLA FANTASMA: SAN BORONDON

 LA ISLA FANTASMA: SAN BORONDON




Las Islas Canarias son siete... y sin embargo, se busca una octava isla. Se trata de la isla fantasma, la isla misteriosa, la isla de San Borondón. San Borondón es la forma canaria de Saint Brendan o Saint Brandan de Clonfert (480-576 d.C.), monje irlandés, protagonista de uno de las leyendas más famosas de la cultura celta: el viaje de San Brendano o Brandano a la Tierra Prometida de los Bienaventurados, las islas de la Felicidad y la Fortuna.

Según el poema irlandés, Brendan era un monje de Tralee, en el condado irlandés de Kerry. Ordenado sacerdote en el año 512 d.C., partió junto con otros 14 monjes en una frágil embarcación que se internó en el Atlántico. La leyenda recoge el relato de sus aventuras, cómo recogieron otros 3 monjes más a lo largo de su viaje, sus encuentros con demonios que vomitaban fuego, con columnas de cristal flotante, con monstruosas criaturas tan grandes como islas.

Brendan y sus compañeros llegaron a una isla, en la que desembarcaron. Estaba llena de árboles y otros tipos de vegetación. Celebraron misa, y de pronto la isla comenzó a moverse. Se trataba de una gigantesca criatura marina, sobre cuyo lomo se encontraban los monjes.
Después de muchas peripecias, Brendan consiguió regresar a Irlanda.

Muchos se basan en esta leyenda para afirmar que marinos irlandeses debieron alcanzar, posiblemente, las costas de Norteamérica o de Terranova, así como de Islandia y otras islas del Atlántico Norte, en la Alta Edad Media.

Lo cierto es que desde el siglo XV, a lo largo del cual las Islas Canarias son conquistadas, comienzan a oirse los relatos de una octava isla, que a veces se divisaba al oeste de La Palma, El Hierro y La Gomera. Cuando los navegantes intentaban aproximarse a ella, y se encontraban a la vista de sus costas, montañas y valles, la isla era envuelta por la bruma y desaparecía completamente. Evidentemente, la isla fue rápidamente identificada con la mítica isla-ballena de San Brendan, cuyo nombre se convirtió, en Canarias, en "San Borondón". Se creyó a pies juntillas en su existencia, y no faltaron relatos detallados de algún que otro navegante que juraba haber desembarcado en la isla y haberla explorado antes de que volviera a hundirse en el Océano. En algún tratado internacional firmado por el Reino de Castilla, haciendo referencia a Canarias, se hablaba de la soberanía castellana sobre *las islas de Canaria descubiertas y por descubrir*; como quien dice, por si acaso... La isla fue llamada "Aprositus", Inaccesible, y en otras versiones de la leyenda recibe el nombre de "Antilia" o "Isla de las Siete Ciudades", ciudades que se suponían fundadas por siete legendarios obispos.



En los archivos del siglo XVIII aparecen investigaciones oficiales realizadas por las autoridades de la Isla del Hierro, en la que declaran decenas de testigos que afirman haber visto la isla encantada desde las cumbres herreñas. A raíz de ello partió de Santa Cruz de Tenerife una expedición en busca de la isla.

Resulta asombrosa la tenacidad con la que la leyenda ha seguido viva en el folklore popular canario. San Borondón sigue siendo una presencia constante en la imaginación popular de las islas, y seguramente no hay isleño de Tenerife, La Palma, La Gomera o El Hierro que no haya oteado alguna vez desde las cumbres de su propia isla, buscando la isla perdida de San Borondón en el horizonte del oeste donde el sol se hunde en el azul cobalto del Atlántico.

"Resuenen tambores guanches
que la isla misteriosa
se divisa entre las olas;
dibujándose en la bruma
como si fuera una reina
con su cortejo de espuma...


OCEANO TENEBROS

 

OCEANO TENEBROS

Algunos -parece que muy pocos- navegantes llegaron a Canarias en la Antigüedad. Las islas se hallan en el Océano Atlántico, llamado el "Océano Tenebroso", en el que muy pocos se arriesgaban. Por otra parte, la corriente de Canarias fluye en direccion suroeste y luego vira al oeste, arrastrando las embarcaciones hacia lo que durante siglos se creyó el fin del mundo. Aquellos pocos fenicios, griegos y romanos que llegaron a las islas y que consiguieron regresar para contarlo, las rodearon de un halo de magia y de leyenda.

Según las historias de marinos que circulaban por el Meditérraneo, el Océano Atlántico estaba lleno de monstruos de todo tipo que destruían las naves que por él se aventuraban, y devoraban a sus tripulantes. En cualquier momento se podían encontrar gigantescos remolinos, tempestades provocadas por airados dioses o... el fin del mundo. Una vez llegado al borde del mundo, que se creía un disco plano, los imprudentes marinos caerían al abismo.

Según algunos historiadores, en algunas de estas leyendas había una razón económica y militar. Los fenicios, hábiles marinos y comerciantes, conocían algunas rutas del Atlántico, bordeando Africa o Europa. Como no les interesaba que algún otro pueblo les hiciera la competencia, propagaban rumores y leyendas que mantuvieran a los visitantes alejados.


LA ATLÁNTIDA

 



LA ATLÁNTIDA


Durante siglos, incluso después de la conquista española, se creyó que las islas eran las cumbres de las montañas de la Atlántida, el gran continente sumergido del cual habló Platón en su diálogo "Timeo y Critias".

La Atlántida era una gran isla, "más grande que Libia y Asia juntas", situada al otro lado de las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Era dominio de Poseidón, dios del Mar, y estaba habitada por los Atlantes, descendientes de Atlas, su primer rey, hijo del mismo dios y de una mujer mortal.

La Atlántida tenía toda clase de riquezas, su pueblo era el más avanzado del mundo, y en su centro estaba la gran capital con el Palacio y el Templo de Poseidón. Sus hombres de ciencia transmitían conocimientos y civilización a los demás pueblos, con los que mantenían la paz.

Los Atlantes fueron durante muchas generaciones fieles a sus leyes de justicia, generosidad y paz. Pero con el tiempo degeneraron y se hicieron avariciosos y belicosos. Otros añaden que descubrieron los secretos de los dioses, secretos de energías cósmicas y de fuerzas capaces de destruir el género humano.

Hace unos 11.500 años, Zeus, rey de los dioses, castigó a los Atlantes y, en el transcurso de una sola noche, erupciones volcánicas y maremotos destruyeron la gran isla en un cataclismo de proporciones cósmicas.

Según la leyenda, de la Atlántida quedan a la vista sólo las islas Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde: lo que fueron las cumbres de las altas montañas del continente perdido. Pero sus palacios y templos se encuentran en el fondo del océano que tomó de él su nombre: el Atlántico.

" Hoy sus recios palacios los habitan delfines

y las algas tapizan el prado y el vergel..."

EL JARDíN DE LAS HESPERIDES

 


EL JARDíN DE LAS HESPERIDES


Hesíodo (poeta griego del s. VIII a.C.) escribe sobre el legendario Jardín de las Hespérides. Comenzaba su historia con Atlas.

Atlas era un gigante, hijo del Titán Japeto. Los titanes fueron vencidos por Zeus, rey de los dioses, que los arrojó al Tártaro -el infierno. Atlas había participado en la lucha junto a su padre, y según unos, Zeus lo condenó a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros. Según otros, Perseo le enseñó la cabeza de la Medusa y lo convirtió en una alta montaña que sostuviera el cielo. Sea lo que fuere, Atlas debía sostener el cielo más allá de las Columnas de Hércules -el estrecho de Gibraltar.

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles producían manzanas de oro. La diosa Gea (la Madre Tierra) había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para los reyes de los dioses, Zeus y Hera.

El OSO Y EL HERRERO

 


El OSO Y EL HERRERO

Hasta el siglo pasado abundaron los osos por el Pirineo. La guerra que les hicieron los pastores consiguió casi eliminarlos del todo lo mismo que a los lobos.Ambos animales eran temidos por todos los ganaderos porque eran capaces de dejarlos sin ovejas.

El oso era mas noblote y solo mataba para comer cuando estaba hambriento y no disponía de otro alimento, en cambio el lobo , mataba por matar. Como si encontrara un placer en ello.Porque la sangre le ex citaba, y si saltaba dentro de un aprisco podía degollar todas las ovejas y coederos que hubiera en el .

La mejor defensa contra los lobos eran los mastines del Pirineo, esos perrazos grandes, blancos y bonachones, pero capaces de enfrentarse a una manada de lobos para defender a su rebaño. Sus amos les ponían en el cuello un collar de cuero erizado de clavos pues ya se sabe que los lobos suelen abalanzarse hacia la garganta de sus presas. De los oso no había manera de defenderse como no fuera a tiros.

Y también surgió un personaje típico en aquellos años.el matador de lobos. El fue el que los elimino prácticamente de nuestras montañas. Vivía de eso. Como una especie de " caza - recompensas".cuando se enteraba de la presencia de algún lobo en algún sitio, allá iba con una escopeta y no paraba hasta que acababa con el animal. Después de matarlo lo despellejaba y paseaba su piel por todos los pueblos de la redolada y los ganaderos le pagaban buenas propinas.

El oso era otra historia. Vale la pena escucharla igual que la escuche yo de labios de un montañés.

Pues señor, esto era una vez un herrero de un pueblecito del Pirineo. Vivía solo en su casa pues ninguna moza había querido casarse con el. Y es que tenia un genio verdaderamente endemoniado. No se trataba con nadie. El mismo se hacia la comida y cuando no trabajaba en la herrería, nadie sabia en que se ocupaba. Se encerraba en casa o deambulaba en solitario por los bosques de alrededor.

Era alto, corpulento, forzudo como todos los herreros y mas peludo que un oso. Hasta el hierro le tenia miedo: en cuanto lo sacaba de la fragua al rojo vivo y lo ponía sobre el yunque y agarraba el mazo con sus manazas, ya se ponía a temblar adivinando lo que se le venia encima. Además era muy mal hablado y juraba como un carretero. No es raro que las gentes se apartasen de el y que con nadie tuviera trato. Claro que, tarde o temprano, todos tenían que acudir a el cuando tenían que herrar a las caballerías,arreglar un arado, afilar una azada o remendar una cerraja.

También las bestias lo conocían de forma que cuando herraba a una mula,el animal estaba quieto como una estatua y no chistaba para nada por miedo a que le retorciese mas de la cuenta la cuerda que le sujetaba la oreja o el morro.

Así era el famoso herrero de nuestra historia.

Pues bien, una mañana apareció por el pueblo un pordiosero pidiendo limosna por caridad. Las gentes eran de buen corazón y en una casa le daban una tajada de pan, en otra un trozo de chorizo, en otra unas monedas, para remediar sus necesidades. Así, recorriendo la aldea llego también a la herrería.

Algo debió adivinar cuando vio la hosca figura del herrero trabajando en la fragua con cara de pocos amigos y pareció que no se atrevía a entrar. Desde la puerta exclamo: Ave María Purísima. Una limosna por amor de Dios.

El herrero ni se movió. Y el otro repitió su petición. Nuestro hombre estaba de peor humor que nunca, vete a saber por que. En aquel momento estaba calentando una herradura en las brasas, sujetándola con las tenazas. Se detuvo un momento en su trabajo y observo al mendigo de pies a cabeza.

Iba descalzo el pordiosero, cubierto de harapos, con una barba de muchos días y todo desgreñado. El herrero se tomo su tiempo para contestar,pero la respuesta fue horrible : "¡ Toma, calzate y vete a pastar !"

Y diciendo esto le tiro la herradura ardiendo a los pies.

El pobre mendigo, sorprendido, exalo un quejido por el terrible impacto. Luego enfadado por aquel insulto lo miro fijamente y le lanzo una maldición: " Eres un oso y seras oso; te subirás a los arboles menos al arto que te pincharan ni al abeto porque patinaras ".

Al momento, el despreciable herrero quedo convertido en un oso, lanzo un alarido, salio de la herrería y huyo bramando al bosque.

Dicen que todos los osos grises de nuestra montaña son descendientes de aquel herrero. Y por eso son unas fieras que pueden caminar derechas, sobre los pies, como las personas. Y por eso son tan peludos. Y por eso pueden trepar a todos los arboles menos al arto y al abeto.

La leyenda nos asegura que aquel pordiosero era en realidad nuestro Señor.

LA LEYENDA DE FORMIGAL

 






LA LEYENDA DE FORMIGAL

Al igual que nuestra fabla y nuestras tradiciones, también las mitología aragonesa parece que se ha refugiado entre los escondrijos del Pirineo. Allí acudimos en busca de nuestra esencia y de nuestro pasado.

Allí se contaba antiguamente antes de que la televisión rompiera el echizo de las largas conversaciones entre padres y abuelos los cuales se encargaban de transmitir toda su sabiduría y las historias que pasaban de generación en generación.

Pero quedan todavía las purnetas para reconstruir nuestra mitología, yo no se si es que los bosques, las montañas, cumbres , las nieves y los cierzos crean el caldo del cultivo adecuado a la leyenda o si el contagio de la mitología latina que humanizaba y multiplicaba dioses ayudo a crear el mito.

La montaña, imponente recorta su blancura contra el cielo azul. Miras a lo alto y vas caminando y cada vez que la miras cambia de figura , antes parecía la quilla de un velero solitario , después una pirámide y también se ve el perfil inmaculado de una diosa.

Por eso no es de extrañar que los montañeses hayan encontrado siempre en todas sus montañas y heleros y en rocas y lagos, la personificación mas absoluta de lo humano, prestándole a todos sus sentimientos y pasiones de hombres y mujeres.

La leyenda que en tantas culturas a servido a servido para difuminar la historia de los pueblos o su interpretación, la leyenda pura que nos sirve, no para descifrar la naturaleza , sino para descubrir el alma poética de sus hombres. Es el caso de la leyenda de Formigal.

Formigal en aragonés significa " hormiguero", como todo el mundo sabe. No obstante cuando uno visita ese precioso paraje ya famoso en el mundo del esquí se queda sorprendido por la ausencia de hormigas blancas que en tiempos antiquísimos, por lo visto abundaban allí.

Y entre Formigal y Sallent de Gallego destaca una de las peñas mas emblemática del Pirineo, su silueta con una doble punta a manera de bonete se refleja ahora en el lago artificial de Lanuza porque le gusta repetirse ya que es única. La llaman" La Peña Foratata " y los que la han escalado aseguran que esta casi hueca. Una boca en su cima, parece la entrada del mundo del mas allá: un volcán que nunca ha tenido erupción:la puerta del centro de la tierra.

Todos estos datos han formado la leyenda.

El anciano que me lo contaba hablaba con voz bajita y susurrante, como soñadora; y la vivía de tal modo que daría yo algo por reproducir exactamente sus palabras, ya que no sus gestos.

Anayet y Arafita eran tal vez lo dioses mas pobres de la montaña, les habían despojado de sus pinares y abetales, ni siquiera fresas o chordones, hasta sus ganados escaseaban sus senderos se habían convertido en pasos de contrabandistas.

Anayet y Arafita eran pobres pero trabajadores y honrados,Poco les importaba que los otros dioses- montañas los despreciaban porque ellos en su pobreza eran felices. Es mas tenían un tesoro que por nada lo cambiarían: una hija preciosa la diosa Culibilla a la que el cielo doto de todas las bellezas y cualidades entre las que destacaban el candor y su hermosura. Nada quería saber nunca de las pretensiones de todos los dioses pirenaicos.

Sus mejores afectos eran sin duda hacia los corderillos que competían en blancura con los inmensos heleros y glaciales que rompían el verdor de sus montañas .Y mas aun amaba a las humildes y trabajadoras hormigas blancas que durante el verano continuaban blanqueando la montaña, hasta el punto que Culibilla la bautizo con el nombre de Formigal.

La tranquila paz se acabo el día que Balaitus se enamoro ardientemente de Culibilla.

Balaitus era el revés de la medalla: fuerte, poderoso, temido por todos, nadie se oponía jamas a sus deseos. El amasaba las terribles tormentas del Pirineo y forjaba los rayos capaces de destruir todo lo que le apeteciera. Violento como ninguno, cuando se enfadaba y hacia correr sus carros por encima de las nubes, se estremecían hasta los cimientos de las montañas.

¿Como iba a ser feliz Culibilla con ese dios ? Naturalmente, lo rechazo como a todos los demás que la habían pretendido, pero en mal momento ya que a el era la primera vez que lo rechazaban, y juro raptarla. Anayet y Arafita temían sus furores pero ¿ que podían hacer los pobres por defender a su hija ?

En tres zancadas dicen que se presento Balaitus ante Culibilla, decidido a cumplir su propósito. Las montañas todas estaban atónitas, sin atreverse a defender a la hermosa y desgraciada diosa, Balaitus era el Zeus de aquel Olimpo Pirenaico. Y dice la leyenda que entonces Culibilla, al verse perdida, grito: ¡ A mi las hormigas !

A millares acudieron de todos los sitios las hormigas blancas que empezaron a cubrir a Culibilla ante los ojos de Balaitus que, horrorizado, emprendió la huida.

Culibilla, en el colmo de la amistad y el agradecimiento, se clavo un puñal en el pecho para guardar dentro junto a su corazón, todas las hormigas: es el foru de Peña Foratata.

Y cuenta que los que suben al Forau de la Peña pueden claramente los latidos de Culibilla, la diosa agradecida.

Y aseguran también que en Formigal, desde entonces,ya no hay hormigas blancas: todas las tiene ella.

La zorra y el alcaraván

 


La zorra y el alcaraván








Había una vez un alcaraván que se puso chorreandito de la que estaba cayendo.
Esperando a que saliera el sol, se refugió debajo de unas zarzas y en éstas pasó la comadre zorra y se lo quiso comer. El alcaraván le dijo:
-Mira, ¿por qué no me enciendes una candelita para secarme y cuando esté sequito, entonces me comes? Es que, si no, se te van a empapar las tripas.
La comadre zorra le encendió una candela y el alcaraván se secó una alita, la otra alita y, cuando ya estaba casi seco, le dice:
-Mira, ya estoy casi seco.
-Pues, entonces, ya te voy a comer.
-Espera. Para que todo el mundo se entere que eres más lista que yo, súbete a aquel cerro donde están arando aquellos gañanes y les gritas: "¡Alcaraván comí, alcaraván comí!, y así todos te escuchan y luego vienes y me comes ya sequito.
Mientras la zorra subía el cerro, el alcaraván se encontró que ya podía volar, así que se fue por encima de ella y pensó:
-Ahora verás.
Llegó la zorra al cerro y se puso a gritar:
-¡Alcaraván comí, alcaraván comí!
Y el alcaraván, desde el aire, le contesta:
-¡A otro que no a mí, a otro que no a mí!
Y cuando va a mirar la zorra para arriba, ¡plom!, le cayó una cagaita del alcaraván en un ojo. Y así se fue el otro repitiendo:
-¡A otro que no a mí, a otro que no a mí!

El mochuelo y el gato

 


El mochuelo y el gato

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El mochuelo y el gato

Versión 1:
INFORMANTE: Cristina (Algeciras, Cádiz)

RECOGIDO POR: Proyecto Viejos Cuentos

Versión 2:
INFORMANTE: Pedro Guerra, 80 años (Algar, Cádiz)

RECOGIDO POR: Diego José Menacho

Versión 1

Este es un sencillo cuento de un gato y un mochuelo. Que no mucho, pero sí eran un poco amigos. Un día pensó el gato en ir a casa de su amigo el mochuelo. Por el camino del bosque se encuentra a sus vecinos, el perro y el gallo.
-¡Adiós vecinos!
-¡Adiós! -contestan ellos-.
Sigue andando hasta llegar a casa de su amigo el mochuelo.
-¡Toc-toc!
-¿Quién es? –preguntó el mochuelo-.
-Soy yo, el amigo gato, que hace mucho tiempo que no nos veíamos y pensé hacerte una visita.
-Esta bien, ¡entra! –y le abrió la puerta- ¡Cuánto tiempo, amigo gato!
-¡Que alegría me da verte, amigo mochuelo!
-Pasa, pasa y acércate a la chimenea, que hace frío.
Se sentaron los dos, y al calor de la lumbre empezaron a contarse sus cosas, de cómo les iba la vida, a recordar viejos tiempos…
Cuando de dieron cuenta era las tantas.
-¡Pero qué tarde es! Nos hemos puesto a hablar y nos olvidamos hasta de comer.
Y el mochuelo invitó a su amigo gato a cenar.
-Pero antes enséñame la casa.
-No tiene mucho que ver, es una casita pequeña de paja. Pero pasa, pasa, pasa. Estos son los dormitorios -le decía, mientras lo miraba por el rabillo del ojo.
-¿Por qué me miras así?
-Porque no me fío ni una pluma de ti.
-Pero somos amigos, ¿no?
Acabaron de ver la casita y se pusieron a preparar la cena, semillas de árboles para el mochuelo y ratoncillos para el gato.
-Hemos tenido una buena cena para los dos –dijo el mochuelo-.
Era ya tarde y el mochuelo empezó a preparase su camita.
Mientras, el gato pensaba: “La casa me queda lejos, es muy tarde y hace una mala noche”. Así se lo dijo a su amigo el mochuelo. Y le pidió pasar la noche con él. El mochuelo, no muy convencido, le dejó pasar la noche con él. Hicieron las dos camitas y se echaron a dormir.
Pero el mochuelo, como no estaba muy tranquilo, dormía con un ojito cerrado y el otro abierto.
El gato, que de vez en cuando lo miraba, le preguntaba:
-¿Tú porque duermes con un ojito cerrado y otro abierto?
-Porque con el amigo que no es cierto se tiene que dormir con un ojito cerrado y otro abierto –le contestó, el amigo mochuelo-.

Versión 2

Esto era un mochuelo y era una noche muy mala, con mucho frío y mojada. Vio una luz muy lejos y dice: “Yo me voy a acercar a ver qué es aquello”. Y era el chozo de un gato. Y le dice el mochuelo:
-¿Me puedo quedar esta noche aquí?
-Sí, entra para adentro.
El mochuelo entró y se sentó en una silla. El gato estaba tumbado en la ceniza y miraba de vez en cuando al mochuelo.
Por la mañana le dijo el gato:
-Amigo, esta noche has dormido poco.
Y el mochuelo le contestó:
-Cuando el amigo es incierto hay que dormir con un ojo cerrado y el otro abierto.

Refranes de octubre

 

Refranes de octubre

Cuando en septiembre acabes de vendimiar, ponte en octubre a sembrar
En octubre de la sombra huye, pero si sale el sol cuídate de la insolación
En octubre no molesta la lumbre
En octubre, rescoldito de lumbre
Otoñada segura, San Francisco la procura
El cordonazo de San Francisco se hace notar tanto en la tierra como en el mar
Por San Francisco no hay fruto que no sea rico
Por la Virgen del Pilar comienza el tiempo a cambiar
Por San Bartolomé, el venao berrea por primera vez
De octubre a primeros entran los ciervos en el picadero
En seco o en mojado, por San Lucas ten sembrado (y el viejo que lo decía, ya nacido lo tenía)
Si octubre es corto en granos, será largo en caldos
En octubre la hoja en el campo se pudre
Octubre lluvioso, año copioso
El diluvio y la inundación hacen en octubre su aparición
En octubre de la sombra huye, pero si te pones al sol cuídate de la insolación
A la primera agua de octubre, siembra y cubre
Agua de octubre, las mejores frutas pudre
En octubre, echa pan y cubre
En octubre, la tierra estercola y cubre
En octubre, el hogar de leña cubre
En octubre, echa la semilla y cubre
En octubre, toma la yunta y cubre
La luna de octubre, siete lunas cubre
Octubre vinatero, padre del buen cuero.

 


La ballena del Manzanares, en el río de la Miel

INFORMANTE: Antonio Pérez Infante (Algeciras, Cádiz)
RECOGIDO POR: Juan Ignacio Pérez

Todo el que haya vivido en la banda del río [en Algeciras] sabe lo que te voy a contar:
Frente a la antigua estación de RENFE había un almacén de corcho que se llamaba La Corchera Española. Pues bien, cuando había temporal, que eran muchos días, se desprendían de La Corchera Española unas planchas enormes de corcho molido que bajaban por el río y se chocaban una y otra vez contra los pilares de la vía del tren, justo a la altura del puente nuevo, junto al Garaje Hispano. Más de uno decía que esas planchas tan grandes eran ballenas que habían sido arrastradas por el temporal río arriba. Justo lo mismo que pasó hace muchos años en el río Manzanares, que la gente confundió una piel llena de vino con una ballena, y todo porque el que la dejó ir río abajo gritó a unos que iban en una barca: “Cuidado, que va llena” para que se apartaran de su camino. La voz corrió más que el pellejo y la gente ya se reunía en la orilla del río esperando ver pasar a la dichosa ballena.
Esta vez la ballena apareció en el río de la Miel, ya ves, pero en vez de ser un pellejo de vino era una plancha de corcho.

COMENTARIO: Sea como ballena o como barbo descomunal (ver en Sánchez Pérez “El barbo de Utebo”), lo cierto es que este es uno de esos relatos que Chevalier denomina pullas y que sirven de burla entre los habitantes de poblaciones vecinas. Curiosamente, no se da en nuestra versión esta rivalidad geográfica (aunque sí el no menos extendido gusto por la propagación de chismes) y el relato cumple simplemente la función de dar credibilidad, con otro hecho conocido, a una situación vivida por el informante. Algunos estudiosos del tema nos cuentan cómo, debido a la popularidad de este episodio durante los inicios del siglo XVII, a los madrileños se les apodó durante un buen tiempo “ballenatos” y, más tarde, a los naturales de Alhóndiga (Guadalajara) “balleneros”. Otros autores (Agúndez, p. 358), a tenor de los documentos existentes, sitúan el origen de este cuento en la literatura culta y no en la popular.

EL ESCARABAJO TROMPETISTA

 

EL ESCARABAJO TROMPETISTA

EL ESCARABAJO TROMPETISTA


 Principal



VERDI, EL PEQUEÑO ESCARABAJO, VIVÍA CERCA DEL HUERTO DE DOÑA GALLINA.

SIEMPRE ESTABA SOLO. PASEABA POR EL HUERTO VESTIDO CON CHALECO GRIS Y U UN SOMBRERO NEGRO.

SU CASITA ESTABA HECHA DE CÁSCARA DE NUEZ Y AL LADO DE UN FUERTE ABETO QUE LE PROTEGÍA DEL VIENTO Y LA LLUVIA.

AL SALIR LOS PRIMEROS RAYOS DEL SOL, ABRÍA LA VENTANA Y ENSAYABA CON SU TROMPETA.

¡SI, ERA TROMPETISTA!.

¡TARARÍ, TARARÁ, TARARÍ!.

TODAS LAS MAÑANAS, ENTONABA SU CANCIÓN.

ÉL, QUERÍA MUCHO A SU TROMPETA DORADA, ¡SE LA HABÍA REGALADO UN VIEJO BÚHO QUE VIVÍA EN EL BOSQUE!

LLEVABA AÑOS PRACTICANDO Y REALMENTE ERA MARAVILLOSO OÍRLE TOCAR.

SUS AMIGOS SOPORTABAN SUS ENSAYOS CON MUCHA PACIENCIA.

POCO A POCO LA TROMPETA PARECÍA ESTAR VIVA, PUES SUS NOTAS SONABAN CADA VEZ MEJOR.

¡BAILABAN EN EL AIRE!. ¡QUÉ RITMO!.

LAS NOTAS SUBÍAN HASTA LAS NUBES Y JUGABAN CON ELLAS.

SUS AMIGOS: LA GALLINA, EL SALTAMONTES Y EL VIEJO BÚHO, LE ANIMABAN PARA QUE SE PRESENTARA A UN CONCURSO DE TROMPETA QUE HABÍA EN EL BOSQUE.

SU MÚSICA LLEGÓ A CONOCERSE EN OTROS BOSQUES CERCANOS.

TODOS LOS ANIMALITOS VENÍAN A OÍRLE TOCAR.

LLEGÓ EL DÍA DEL CONCURSO, TODOS SUS AMIGOS SE PUSIERON SUS MEJORES ROPAS. ¡QUÉ GUAPOS ESTABAN!.

ALGUNOS ANOMALES ERAN UN POCO ENVIDIOSOS Y DESCONFIADOS. NO CREÍAN QUE VERDI FUERA TAN BUEN MÚSICO.

¿CÓMO VA A SER BUEN MÚSICO UN ESCARABAJO?. -DECÍAN.

¡ES UN POCO FEO Y NO VIVE EN UNA CASA ELEGANTE!. -COMENTABAN OTROS.

PERO CAMBIARON DE OPINIÓN ENSEGUIDA AL OÍRLE TOCAR.

ERAN TAN HERMOSAS SUS MELODÍAS QUE TODO EL MUNDO ESCUCHABA CON ATENCIÓN.

EL CONCURSO FUE UN GRAN ÉXITO Y TODOS APLAUDIERON ESTUSIASMADOS.

VERDI, SE HIZO FAMOSO, PERO SIGUIÓ VIVIENDO EN SU CASITA DE CÁSCARA DE NUEZ Y DIVIRTIÉNDOSE CON SUS AMIGOS.

El ciempiés bailarín

 

El ciempiés bailarín

El ciempiés bailarín


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Jimmy el ciempiés, vivía cerca de un hormiguero.

Su gran afición era bailar. Tenía una patitas ágiles como las plumas.

Le encantaba subirse encima del hormiguero y empezar a taconear.

Jimmy cantaba: ! Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor¡.

Era muy molesto oír tantos pies, retumbando y retumbando sobre el techo del hormiguero.

La hormigas asustadas salían para ver lo que ocurría.

El ciempiés seguía cantando: !Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor¡.

!Otra vez Jimmy¡. decía: la hormiga jefe.

!No podemos trabajar, ni dormir¡.

!No puedes irte a otro sitio a bailar¡.

La hormiga jefe ordenó a su tropa de hormigas que llevaran a Jimmy a otro lugar.

!No, hormiga jefe¡.

!Ya me voy¡. Dijo Jimmy.

Jimmy se acercó a la casa del señor topo.

Se puso al lado de la topera y vuelta a taconear.

Seguía con su canción: !Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor¡.

El señor topo enfadado, salió y le dijo: !Jimmy, estoy ciego pero no sordo¡.

¿No puedes ir a otro sitio a bailar?.

Jimmy estaba un poco triste, porque en todas partes molestaba.

Cogió sus maletas y se marchó de allí.

Empezó a caminar y caminar, hasta que estaba tan cansado que no tuvo más remedió que descansar.

Se quedó dormido bajo el árbol.

Cuando despertó al día siguiente, estaba en un campo lleno de flores

!Este será mi nuevo hogar¡ : dijo el ciempiés.

Tanto se entusiasmo Jimmy, que no se dio cuenta que un gran cuervo estaba justo encima de él, en el árbol.

Jimmy se puso a taconear con tanta alegría que llamó la atención del cuervo

El cuervo inclinó el cuello y vio a Jimmy taconeando.

!Pobre Jimmy¡.

El pájaro se lanzó sobre él, con gran rapidez.

Abrió su bocaza y cogió al ciempiés.

El ciempiés gritaba: 1Socorro, socorro¡.

Un cazador, que andaba por allí, observo, al cuervo volando.

No le gustaban mucho los cuervos, pues él creía que le daban mala suerte.

Hizo un disparo al aire para asustarlo. El cuervo soltó al ciempiés.

Al caer, el ciempiés se dio un gran batacazo.

Esto le sirvió de lección. Aprendió a ser más responsable y fijarse bien donde se ponía a bailar.

No molestaba a nadie ni a él, le molestaban.

Así fue como el ciempiés empezó a ser respetado por todos.

***