CÁNCER DE TIROIDES MEDULAR: UN TUMOR POCO FRECUENTE PERO ALTAMENTE SIGNIFICATIVO
El cáncer de tiroides medular es una forma poco común de neoplasia tiroidea que representa cerca del cinco al diez por ciento de los tumores malignos de la glándula tiroides, pero cuya importancia radica en sus características biológicas particulares y en su fuerte relación con factores genéticos. A diferencia de los carcinomas papilar y folicular, que derivan de las células foliculares productoras de hormona tiroidea, el medular se origina en las células C parafoliculares, encargadas de producir calcitonina, una hormona que regula el metabolismo del calcio.
Este tipo de cáncer puede presentarse de manera esporádica, en la mayoría de los casos, o como parte de un cuadro hereditario vinculado a mutaciones en el gen RET, asociado a los síndromes de neoplasia endocrina múltiple tipo 2 (MEN2). En estos casos familiares, el diagnóstico temprano adquiere un papel crucial, ya que la identificación genética permite detectar portadores en riesgo y ofrecer estrategias preventivas, como la tiroidectomía profiláctica antes de que aparezca el tumor.
Clínicamente, el cáncer medular de tiroides suele manifestarse como un nódulo tiroideo sólido que puede acompañarse de ganglios linfáticos aumentados en el cuello. A medida que progresa, puede provocar síntomas como ronquera, dificultad para tragar o dolor cervical. Sin embargo, uno de sus sellos más distintivos es la elevación de los niveles de calcitonina y antígeno carcinoembrionario (CEA) en sangre, marcadores tumorales que no solo ayudan en el diagnóstico, sino también en el seguimiento y detección de recurrencias.
El diagnóstico se confirma mediante biopsia por aspiración con aguja fina, complementada con estudios de imagen que determinan la extensión de la enfermedad. A diferencia de otros cánceres tiroideos, el medular no responde al tratamiento con yodo radiactivo, lo que condiciona un manejo diferente.
El tratamiento de elección es la tiroidectomía total con disección de ganglios linfáticos cervicales, dado que este tumor tiene tendencia a diseminarse por vía linfática en etapas tempranas. En casos avanzados o metastásicos, se emplean terapias dirigidas contra mutaciones específicas del gen RET, que han demostrado mejorar el control de la enfermedad y la supervivencia.
El pronóstico depende de la etapa al momento del diagnóstico y de la presencia o no de mutaciones hereditarias. Detectado precozmente y tratado de forma adecuada, el cáncer medular de tiroides puede controlarse de manera efectiva. Pero cuando se diagnostica en fases avanzadas, con metástasis a hígado, pulmón o hueso, el tratamiento se vuelve más complejo y el pronóstico menos favorable.
El cáncer de tiroides medular nos recuerda que, incluso dentro de una misma glándula, los tumores pueden tener comportamientos muy distintos. Su asociación con la genética y la imposibilidad de usar tratamientos convencionales como el yodo radiactivo lo convierten en un reto clínico particular. Pero también es un ejemplo del avance de la medicina de precisión, que hoy permite adaptar las terapias a las características moleculares de cada paciente. Reconocerlo a tiempo y comprender sus particularidades es la clave para transformar un diagnóstico complejo en una oportunidad de control y esperanza.
Todas las reacciones:
3434