La orca es, sin dudas, el mayor depredador del océano actual. No hay tiburón que pueda con ella: caza en grupo, organiza emboscadas y es capaz de derribar desde peces hasta ballenas de gran tamaño. Pero la historia de este superdepredador no comienza hoy… sus raíces se hunden millones de años atrás.
Sus restos fueron descubiertos en Italia, donde apareció un cráneo incompleto junto con parte del esqueleto postcraneal. Gracias a ese hallazgo sabemos que medía unos 4 metros de longitud, con aspecto similar a una orca pequeña.
Su dentadura también aporta pistas: contaba con más dientes que la orca actual (28 por maxilar), aunque más pequeños, lo que sugiere que su dieta se basaba en peces y calamares, en lugar de grandes mamíferos marinos.
Podría decirse que O. citoniensis fue una especie transicional, un puente evolutivo entre los delfínidos más primitivos y la poderosa orca actual (Orcinus orca). Aunque no cazara ballenas como sus descendientes, ya representaba un paso clave en la historia de los odontocetos depredadores.
Así, cuando vemos a una orca cazar hoy con la inteligencia y la fuerza que la caracterizan, estamos viendo el legado de millones de años de evolución, que empezó con criaturas como esta antigua “mini orca” del Plioceno.
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