El santo de los mil nombres
La propia exuberancia por toda Europa de nombres propios distintos que son el mismo, característica onomástica de nuestro dinámico santo, denota su "arraigo" popular, pues ya se sabe que el pobre es bastante aficionado a ese triste deporte de la emigración, que aquí realizaba disfrazado de peregrino, a modo de polizón, ya que en aquellos tiempos ―no nos dejemos engañar― no le era dado peregrinar a cualquiera. Y es que Santiago es un término moderno, evolución de San Jacobo, que ostenta todo un record de formas distintas: Santiago, Diego, Yago o Jaime. Jacques, en francés, es un nombre de pila que corresponde al inglés Jack, al español Yago ―Sant y Yago componen Santiago― y al latino Jacobus, derivado, con el cristianismo, del hebreo-arameo Jacob.Pero fue también, antes del cristianismo y en los primeros tiempos de éste, un sustantivo, usado en general como adjetivo, que designaba ciertas categorías de personas que efectuaban trabajos manuales y que prosperaron con el Renacimiento, algo así como el castizo femenino y obsoleto "manola" madrileño ―o, en otro ámbito, los "Rodríguez"―, y como otros términos europeos derivados, entre ellos el galo "gars", cuyo diminutivo es 'garçon', que hoy significa tanto camarero como muchacho, y que antes fue, genéricamente, aprendiz.

Tal denominación ha dejado una sangrienta huella histórica en la jacquerie, etimológicamente un derivado del nombre propio Jacques y de su abreviación Jacq, nombre por el que se conocía despectivamente en los ámbitos señoriales a los campesinos franceses. Debido a ello, jacquerie ha servido para designar a cualquier movimiento de revuelta campesina acontecido en Francia.
El primero y más importante de estos moimientos fue el que se desarrolla en las tierras de l`Ile-de-France, entre los meses de mayo y junio de 1358, revuelta anti señorial debida al malestar por las constantes apropiaciones de los bosques comunales por parte de la nobleza entre una sociedad campesina que no se había recuperado de la crisis provocada por la peste negra diez años atrás y de sus secuelas y rebrotes, parciales pero periódicos.
Es por estas circunstancias que, pese a tener sentido aisladamente en el contexto del campo francés, la jacquerie revela su verdadera dimensión en el ámbito de revueltas campesinas que se extendieron como un torrente por toda la Europa de finales del medievo: la revuelta de los marineros de Flandes (1323-1328), el levantamiento taylorista de Inglaterra (1381), el movimiento taborita de Bohemia (1420-1452), los Payeses de Remença catalanes (1380-1486) o las llamadas Guerras Irmandiñas gallegas (1458-1469).
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