Las cochinillas, también conocidas como oniscídeos, son pequeños crustáceos terrestres que han conquistado la vida fuera del agua de manera sorprendente. A pesar de su apariencia simple y tamaño diminuto, estos animales desempeñan un papel vital en los ecosistemas: ayudan a descomponer materia orgánica, reciclando nutrientes y manteniendo el suelo fértil. Lo más fascinante es que, a diferencia de la mayoría de los crustáceos que necesitan ambientes acuáticos, las cochinillas han desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en tierra firme, como una especie de “branquias” internas que requieren humedad para funcionar. Además, su capacidad para enrollarse en forma de bola no solo las protege de los depredadores, sino que también ayuda a conservar la humedad corporal. Este pequeño habitante del suelo es un verdadero ejemplo de resiliencia y adaptación en el mundo animal.
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