La leyenda de Gara y Jonay es una de las leyendas más románticas de las islas

 

La leyenda de Gara y Jonay es una de las leyendas más románticas de las islas, pues cuenta la trágica historia de dos amantes, Gara y Jonay.

En la isla de La Gomera existen unos chorros de los que emana agua llamados Chorros de Epina, de los que se dice que pueden descifrar el destino y hacer milagros. Se cree que, mirándote en sus aguas se puede predecir si se encontrará o no el amor. Si el agua está tranquila y limpia, el amor llegará pronto y, si se enturbia el reflejo, habrá desamor.

Con la llegada de la fiesta de Beñesmer, las jóvenes iban a los Chorros a conocer su destino. Ese año, la princesa Gara y otras jóvenes acudieron a ellos para conocer su suerte en el amor. Cuando llegó su turno, Gara miró al agua y, aunque al principio estaba tranquila, el agua pronto comenzó a enturbiarse y acabó mostrando un sol de fuego. Gara, asustada, consultó con el sabio Gerían, el cual le dijo que lo que tuviera que pasar, pasaría, y que no se acercara al fuego.

Un día antes del comienzo de las fiestas, llegaron a la isla numerosos guanches, entre los cuales se encontraba Jonay, de la isla de Tenerife. Cuando su mirada se cruzó con la de Gala, ambos quedaron perdidamente enamorados. Se lo comunicaron a sus padres e hicieron público el compromiso. En ese mismo momento, el volcán del Teide comenzó a escupir lava y Gara recordó la predicción que le hizo el agua y las palabras de Gerían. Su amor era imposible; Gara, era la princesa de Agulo, tierra de agua, mientras que Jonay procedía de la isla del volcán, tierra de fuego. Por tanto, debido a su procedencia, sus padres les prohibieron verse y solo así el volcán del Teide se calmó.

Sin embargo, Jonay no podía olvidarla y, una noche, se lanzó al mar para ir a buscarla. Cuando se reencontraron, huyeron juntos al pico más alto de La Gomera, perseguidos por sus familiares. Al llegar a la cumbre, viendo que no iban a poder vivir su amor, cogieron un palo afilado por ambas puntas, lo pusieron entre ellos, apoyado en el pecho, y se abrazaron muriendo en el acto.