El 30 de agosto de 1282 el rey de Aragón Pedro III desembarca en la ciudad siciliana de Trapani con su ejército de almogávares al grito de «¡Desperta Ferro!» tras la petición de ayuda de los sicilianos que le habían ofrecido la corona siciliana, a la que tenía derecho gracias a su matrimonio con Constanza de Hohenstaufen tras las Vísperas Sicilianas, episodio en el que los sicilianos se rebelaron en Palermo contras las tropas francesas de Carlos de Anjou.
Sicilia se encontraba desde 1266 bajo la soberanía del francés Carlos de Anjou quien, con el apoyo del papa Clemente IV, que no deseaba a ningún Hohenstaufen en el sur de Italia, había sido investido rey tras derrotar a Manfredo Hohenstaufen, quien falleció en la batalla.
El monarca angevino hizo cegar a los tres hijos varones de Manfredo y, en 1268, capturó e hizo decapitar a Conradino que –como nieto de Federico II– era el último heredero varón de la casa Hohenstaufen. La línea sucesoria pasó entonces a Constanza, quien ofreció refugio en Aragón a las familias partidarias de su padre, los Lanza, los Lauria y los Prócidas. Desde ahí, Juan de Procida, Roger de Lauria y el resto del antiguo partido Hohenstaufen organizaron la oposición a Carlos de Anjou con Pedro de Aragón como candidato con el apoyo bizantino.
Tras la llegada del rey de Aragón, el rey de Sicilia, Carlos de Anjou, abandonó el campo de batalla permitiendo que el rey aragonés se dirigiera a Palermo, la capital, para ser coronado rey de Sicilia. Todas las ciudades de la isla, así como las de Malta, se sometieron al rey Pedro, si bien Carlos seguía conservando el sur de Italia, en el que continuaba llamándose rey de Sicilia, a pesar de no dominar ese territorio. Dividiéndose el reino en dos y naciendo así el reino de Nápoles, que permanecerá en manos francesas.
El papa respondió a la coronación siciliana de Pedro III con su excomunión y su deposición como rey de Aragón, ofreciendo la corona al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois, y declarando una cruzada contra Aragón por su intervención en los asuntos sicilianos en contra de la voluntad papal. Los franceses empezarán a preparar el cruce de los Pirineos para invadir los reinos de Pedro III.
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