En Roma, las casas de hielo alcanzaron un alto grado de tecnología que no se ha encontrado en tiempos más antiguos. Al fondo del pozo, se construía un canal para el desagüe del hielo que se derretía, y ese mismo agua se utilizaba para enfriar alguna casa cercana.
En algunos casos, se construyeron túneles para acceder al fondo del pozo, pues el peso de la nieve formaba bloques de hielo en el fondo, que se vendía más caro. En todo caso, el precio de la nieve siempre fue elevado, más que el vino, y los pobres rara vez podían permitírsela.
En las viviendas de los más ricos, era habitual que hubiera una casa de hielo. Estas tenían forma de pozo con unas paredes recubiertas con paja o serrín y con una estructura abovedada con paredes gruesas como techo. Estos pozos se llenaban de nieve durante los meses de invierno para disfrutar de él en los meses estivales y, en ocasiones, hasta todo el año.
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