DESHIDRATACIÓN SEVERA: QUÉ OCURRE EN EL ORGANISMO CUANDO FALTA AGUA Y ELECTROLITOS
El agua es el componente más abundante del cuerpo humano y el eje de su equilibrio interno. Cuando la pérdida de líquidos supera la capacidad de reponerlos, aparece la deshidratación, y en su forma más grave —la deshidratación severa— el organismo entra en un estado crítico que compromete la vida. No se trata solo de perder agua, sino también de perder electrolitos como sodio, potasio y cloro, indispensables para la función celular y la estabilidad de los órganos.
El primer impacto ocurre en la sangre. Al disminuir el volumen circulante, la presión arterial cae y el corazón debe latir con mayor frecuencia para mantener el flujo sanguíneo. Esta sobrecarga puede llevar a taquicardia y, si progresa, al colapso circulatorio. Los riñones, encargados de regular el balance de líquidos, reducen al mínimo la producción de orina en un intento desesperado por retener agua, lo que agrava la acumulación de toxinas en el organismo.
A nivel celular, la falta de agua interrumpe procesos vitales. Las neuronas, altamente sensibles, son de las primeras en verse afectadas: la persona presenta mareos, confusión, somnolencia e incluso convulsiones o coma en casos extremos. La pérdida de electrolitos altera la conducción nerviosa y la contracción muscular, generando debilidad, calambres y arritmias cardíacas.
En la piel y los tejidos, la deshidratación se manifiesta como sequedad, pérdida de elasticidad y hundimiento de los ojos. La boca se vuelve pastosa, la lengua seca y el sudor desaparece, un signo de alarma porque indica que el cuerpo ya no tiene reservas para regular su temperatura. En niños y adultos mayores, la progresión puede ser aún más rápida y peligrosa.
Las causas más frecuentes de deshidratación severa son las diarreas y vómitos intensos, especialmente en infecciones gastrointestinales; el exceso de sudoración sin reposición de líquidos; quemaduras extensas; y en algunos casos, enfermedades crónicas que afectan el equilibrio hídrico.
El tratamiento requiere reposición inmediata con soluciones de sales de rehidratación oral o, en casos graves, administración intravenosa de líquidos y electrolitos en un entorno hospitalario. La clave, sin embargo, está en la prevención: mantener una ingesta adecuada de agua, aumentar el consumo en climas cálidos o durante el ejercicio, y actuar de inmediato ante síntomas tempranos como sed intensa, mareos o fatiga.
La deshidratación severa nos recuerda que el agua no es un simple acompañante de la vida, sino el medio donde ocurre cada reacción biológica. Perderla en exceso es desestabilizar el delicado equilibrio del cuerpo, un recordatorio de que hidratarse es, en esencia, sostener la vida misma.
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