¿Por qué no sentimos que la Tierra gira a toda velocidad?
Aunque no lo percibamos, vivimos sobre una “nave espacial” que rota sobre su eje a unos 1.670 km/h en el ecuador y viaja alrededor del Sol a más de 107.000 km/h. Sin embargo, nuestro cuerpo no detecta ese movimiento.

La explicación está en la física:

Todo lo que existe en la superficie terrestre (aire, mares, montañas, edificios y nosotros mismos) se mueve con la Tierra a la misma velocidad.

Este fenómeno se entiende gracias a la primera ley de Newton (ley de la inercia): un objeto en movimiento seguirá en movimiento, a menos que una fuerza externa lo altere.

Por eso, dentro de este “sistema en rotación uniforme”, no sentimos cambios bruscos. Es como viajar en un tren que se desplaza suavemente: parece que no te mueves hasta que miras por la ventana.

¿Qué pasaría si la Tierra se detuviera de golpe?

Los océanos se desbordarían con tsunamis globales.

Los vientos alcanzarían velocidades de miles de kilómetros por hora.

Todo lo que no estuviera firmemente anclado saldría disparado por la inercia.
Afortunadamente, un escenario así no es posible en escalas de tiempo humanas.

Datos curiosos adicionales:

La rotación de la Tierra se está frenando lentamente debido a la fricción de las mareas provocada por la Luna. Cada siglo, el día se alarga unos 1,7 milisegundos.

Hace 600 millones de años, un día terrestre duraba solo 21 horas.

En los polos, la velocidad de rotación es prácticamente nula, mientras que en el ecuador alcanza su máximo.

No sentimos el vértigo de vivir sobre un planeta que gira y se desplaza a velocidades increíbles porque todo se mueve junto a nosotros. Aun así, la ciencia nos recuerda que habitamos un mundo dinámico, en movimiento constante y sin pausa en el vasto escenario del universo.
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