EL SISTEMA INMUNE RECUERDA CADA VIRUS O BACTERIA QUE HAS ENFRENTADO, CREANDO UNA ESPECIE DE “BIBLIOTECA” DE DEFENSAS
El sistema inmunológico no solo responde cuando un patógeno invade el cuerpo, también aprende de cada encuentro y guarda esa información como si se tratara de una biblioteca biológica. Esta memoria inmunológica es la razón por la que muchas infecciones solo se padecen una vez en la vida, y también el fundamento de cómo funcionan las vacunas. Cada virus o bacteria que nos afecta deja una “huella” en forma de células especializadas que vigilan silenciosamente, listas para reaccionar con rapidez si el enemigo intenta regresar.
Este proceso ocurre gracias a los linfocitos B y T de memoria. Los primeros conservan la información para producir anticuerpos específicos, mientras que los segundos se encargan de reconocer y destruir células infectadas. A diferencia de la respuesta inmune inicial, que puede tardar días en desplegarse, la memoria inmunológica permite que el organismo reaccione en cuestión de horas, neutralizando al patógeno antes de que cause una enfermedad grave.
La duración de esta memoria varía según el microorganismo. En enfermedades como el sarampión o la varicela puede durar toda la vida, mientras que en otras infecciones, como la gripe, es más limitada debido a las mutaciones constantes del virus. Por ello, las vacunas de refuerzo son necesarias para mantener activa la protección en algunos casos.
Más allá de los virus y bacterias, la memoria inmunológica también explica fenómenos como las alergias y algunas enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmune “recuerda” de manera errónea sustancias inofensivas o tejidos propios, desencadenando respuestas inadecuadas.
En síntesis, el sistema inmune actúa como un archivo viviente que conserva la experiencia de cada batalla contra patógenos, creando una biblioteca de defensas que nos protege día tras día. Cuidar de él mediante una buena alimentación, descanso, ejercicio y vacunación ade
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