miércoles, 10 de septiembre de 2025

El 10 de septiembre de 1229 se inició la conquista definitiva de la isla de Mallorca





 El 10 de septiembre de 1229 se inició la conquista definitiva de la isla de Mallorca por las tropas de Jaime I de Aragón. La ciudad de Madîna Mayûrqa (actual Palma de Mallorca) cayó en diciembre, pero la resistencia musulmana en las montañas duró dos años más, poniendo así fin a unos tres siglos de presencia islámica (exceptuando el breve paréntesis tras la conquista pisano-barcelonesa llevada a cabo por Ramón Berenguer III el siglo anterior).

Jaime I tenía en mente la conquista de Valencia y de las Baleares, pero las razones para invadir uno u otro territorio obedecían a objetivos y razones distintas. Valencia era una tierra rica que podía servir para que la población del Reino de Aragón y de Cataluña encontrase nuevas tierras y para que la nobleza obtuviese nuevos feudos, por lo que era la opción preferida por los aragoneses. Además, el rey de Castilla había intentado la toma de zonas de Valencia que, en principio, estaban reservadas para el rey aragonés. Sin embargo, la opción de la conquista de las Baleares era la preferida por los comerciantes catalanes y provenzales, ya que los mercaderes mallorquines competían con aquellos, además de que por entonces, las islas eran refugio de piratas y punto de apoyo a los corsarios berberiscos que dificultaban el comercio con el norte de África y con el resto del Mediterráneo. La toma de las Baleares no representaba solo un ataque de represalia por los perjuicios causados a los mercaderes, sino que representaba el inicio de una expansión planeada para obtener el monopolio comercial con Siria y Alejandría y potenciar así los intercambios comerciales con Italia y con el resto del Mediterráneo. Posteriormente, adjudicó también la conquista de Ibiza, la cual finalizó en 1235, mientras que Menorca le rendía vasallaje desde 1231. Fue tras el éxito obtenido en Mallorca cuando Jaime decidió que estaba listo para conquistar el reino de Valencia.
El desembarco de las tropas cristianas había sido pactado con un cacique local en la bahía de Pollensa, pero los fuertes vientos de mistral obligaron a Jaime I a desviarse hacia la parte sur de la isla, por lo que finalmente se llevó a cabo en la costa de la actual Santa Ponsa.
Mientras los cristianos se preparaban para comenzar el asalto, Abú Yahya acababa de reprimir una revuelta que había sido provocada por su tío, Abu Has Ibn Sayri y como reprimenda, se disponía a ejecutar a 50 de los alborotadores. No obstante, el valí los indultó para que ayudasen en las labores de defensa. Sin embargo, una vez que los indultados partieron de la medina hacia sus casas, algunos de ellos prefirieron ponerse de parte de los cristianos; como fue el caso de «Alí del Pantaleu», conocido también por «Alí de la Palomera» o el de Ben Abed, un musulmán que suministró provisiones a Jaime I durante tres meses y medio.
Una vez alcanzada la bahía de Santa Ponsa y habiendo desembarcado se produjo el primer enfrentamiento armado entre ambos ejércitos, el cual acabó con una victoria fácil cristiana; con alrededor de 1500 bajas al ejército del valí, mientras que el resto de sus fuerzas se desplegaron huyendo hacia las montañas de la zona. Hecho que coincide con la versión contada en las crónicas de los vencidos. Durante este primer combate, el rey, seguido por 24 caballeros aragoneses produjo una escaramuza temeraria contra un gran grupo de enemigos que desagradó a los Moncada, quienes le reprocharon su temeridad: ya que llevó a cabo la acción por su cuenta poniendo en peligro su vida y la misión. Por otro lado, la versión de los vencidos cuenta que, los almohades tenían la costumbre de embriagarse antes de entrar en combate, lo que se tradujo en una pobre confrontación por parte de estos últimos, que se dieron a la fuga con facilidad, lo que propicio que las tropas cristianas tomasen ventaja de la situación, y los persiguieran matando a miles, desorientándolos y apresando sus caballos.
La conquista resultó en un importante baño de sangre, dado que a los conquistadores, en caso de que los musulmanes sobreviviesen, no les interesaba que quedasen muchos en la isla, ya que podrían amotinarse y hacer pactos para rebelarse contra ellos y recibir refuerzos desde África, por lo que confiaron en una rápida repoblación de Mallorca desde la península. La primera repoblación de Mallorca consistió fundamentalmente en colonos catalanes, pero en una segunda oleada que se produjo a mitad de siglo, además de catalanes acudieron italianos, occitanos, aragoneses y navarros, que cohabitaron con una muy reducida población mudéjar (Pacis Mauri), una numerosísima población musulmana esclavizada (Captis Mauri) y una numerosa población judía que acompañaba a los repobladores, esta última bajo un estatuto oficial que los protegía para que llevasen a cabo sus actividades con total libertad, además de la concesión de autonomía fiscal.
La mayoría de los musulmanes que sobrevivieron fueron vendidos como esclavos en mercados continentales, y solo una pequeña parte de ellos quedaron esclavizados para servir en las tareas de reconstrucción. De todos modos, puede ser una exageraciñon ya que es sabido que lo primero que hizo Jaime I fue asegurarse de que la redacción de la crónica le favoreciese en la medida de lo posible a modo de herramienta política, motivación ideológica y propagandista, por lo que envió un comunicado a los principales reinos cristianos exagerando probablemente el número de esclavizados.
La cultura y religión musulmana después de la conquista recibió una fuerte opresión. A pesar de que no todos los musulmanes permanecieron en cautividad, no se proporcionaron mecanismos para su conversión al cristianismo, ni se les permitió el uso de su religión de forma pública, aunque sí de forma privada. Los que colaboraron con la invasión recibieron un trato especial, así como algunos que capitularon conservaron su condición de hombres libres y pudieron dedicarse a la artesanía o al comercio.
La isla vivió una época de prosperidad económica por su privilegiada situación geográfica para comerciar con el Magreb, Italia y con el resto del Mediterráneo, permitiendo un intenso comercio a gran escala, convirtiéndose en punto de encuentro de mercaderes procedentes de varias zonas costeras del Mediterráneo: Perpiñán, Magreb, Génova, Granada, Cataluña y Valencia, donde un conglomerado formado por judíos, cristianos y musulmanes transportaban y vendían toda clase de mercancías.
Tras la muerte de Jaime I, el reino, junto con otras posesiones en el sur de Francia, fue heredado por su hijo Jaime, quien pasó a ser el rey privativo de Mallorca, independiente de la Corona de Aragón hasta la posterior reintegración a la corona.

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