domingo, 21 de septiembre de 2025

Tal día como hoy pero en 1177, el rey Alfonso VIII de Castilla conquistó la ciudad de Cuenca

 Tal día como hoy pero en 1177, el rey Alfonso VIII de Castilla conquistó la ciudad de Cuenca, que estaba en poder de los almohades.

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Anteriormente, un Alfonso VIII de diecisiete años, intentó conquistar la plaza, poniendo sitio a la ciudad pero tras cinco meses de asedio el califa almohade Abu Yaqub Yusuf vino en auxilio de los conquenses, obligando al castellano a levantar el sitio. Posteriormente, el califa almohade Abu Yacub Yusuf y Alfonso VIII de Castilla firmaron una tregua de siete años pero en el verano de 1176 los conquenses, junto con los de Alarcón y Moya cometieron algaradas en tierras cristianas de Huete y Uclés rompiendo el pacto. Alfonso VIII convocó entonces a las gentes de Almoguera, Ávila, Atienza, Segovia, Molina, Zamora, La Transierra junto al señor de Albarracín Pedro Ruiz de Azagra, el Conde Nuño Pérez de Lara, el rey de León Fernando II y el de Aragón Alfonso II y las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Montegaudio y puso cerco a la ciudad en el día de la Epifanía del Señor de 1177. El alcaide de Cuenca, Abu Beka pidió auxilio al califa Yacub Yúsuf pero éste se encontraba en África atendiendo otros asuntos y denegó la ayuda.
El 27 de julio los conquenses hicieron una salida atacando el campamento cristiano con el objetivo de dar un golpe de gracia contra el rey pero solamente lograron matar al conde Nuño Pérez de Lara. El hambre, las enfermedades y los muertos por los continuos ataques de manganas, obligan que a mediados de septiembre se rindieran y entregaran la ciudad. Según la tradición, fue el 21 de septiembre cuando Alfonso VIII y su séquito entraron triunfantes en Cuenca, que pasó desde entonces a formar parte del reino de Castilla. La población se distribuyó dentro de la ciudad de acuerdo con su religión: los musulmanes poblarían la zona alrededor del alcázar (actual plaza de Mangana), mientras que la judería se estableció en torno a la actual calle de Zapaterías y el resto de la ciudad se dividió en parroquias católicas.
Una vez acabada la conquista, se constituyó en ella un concejo y una sede episcopal y se llevó a cabo una campaña de repoblación. Como resultado, la población de la ciudad aumentó y apareció un buen número de aldeas, todo ello favorecido por el Fuero de Cuenca, de especial importancia en la historia medieval peninsular y que fue el prototipo de muchos de los subsiguientes fueros de Castilla, León, Aragón y Portugal. A fin de promover la repoblación, este fuero, concedía un gran número de libertades y garantías jurídicas.
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