sábado, 20 de septiembre de 2025

Tal día como hoy pero en 1604 concluyó el sitio de Ostende con la victoria de los tercios españoles

 



Tal día como hoy pero en 1604 concluyó el sitio de Ostende con la victoria de los tercios españoles sobre las fuerzas de las Provincias Unidas. La ciudad de Ostende (actual Bélgica), defendida por las fuerzas de las Provincias Unidas de los Países Bajos con el apoyo de tropas inglesas, durante la guerra de Flandes.

El asedio acaparó las energías de ambos bandos en conflicto, extendiéndose por toda la zona geográfica circundante: una sucesión constante de combates terrestres y navales, intentos de asalto y contraataques, obras de ingeniería militar e innovaciones tecnológicas, labores de espionaje y diplomacia, misiones para conseguir apoyo financiero, motines y deserciones de ambos bandos. Tuvo cobertura mediática internacional, espectadores ajenos contemplando el sitio, justificaciones religiosas. Escuela militar de Europa, universidad de la guerra, nueva Troya, gran carnaval de la muerte, fueron algunos de los calificativos que se le dieron.
El empeño de ambas bandos en la disputa por la única plaza holandesa en la provincia de Flandes, hizo que la campaña se prolongase más que cualquier otra en el transcurso de la guerra, provocando uno de los asedios más largos y cruentos de la historia mundial: más de 100 000 personas resultaron muertas durante el sitio.
La ciudad quedó totalmente destruida por las operaciones del largo asedio que concluyó con la conquista por los tercios de Ambrosio Spinola. Los objetivos españoles de controlar la plaza, de alto valor estratégico por su situación geográfica desde la que dominaba el mar del Norte, se vieron frustrados por la conquista holandesa del puerto de La Esclusa un mes antes de la rendición de Ostende. El coste económico de una campaña tan larga y el elevado número de bajas llevaron a los dos bandos en guerra a plantearse la necesidad de una tregua, que se plasmaría cinco años después en la Tregua de los doce años.
El fuego de artillería contra la ciudad llegó a ser tan intenso que los proyectiles lanzados por los cañones de los tercios quedaban amontonados junto a la parte exterior de las murallas. Los nuevos disparos, cayendo sobre los anteriores, los hacían rebotar como canicas. Tras la rendición, Spinola y sus lugartenientes celebraron junto a los oficiales de la guarnición defensora un banquete amistoso en reconocimiento al heroísmo y el tesón de estos durante el asedio.
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