En 1856, un recién nacido fue abandonado en las escaleras del monasterio del Monte Athos, en Grecia. Apenas habían pasado cuatro horas desde su nacimiento cuando los monjes lo recogieron y lo criaron en aquel enclave aislado del mundo. Lo llamaron Mihailo Tolotos.
El Monte Athos tiene una regla inflexible: desde hace siglos, las mujeres tienen prohibida la entrada. En sus muros no hay espacio para ellas ni siquiera de forma simbólica. Animales hembras, visitantes y cualquier vínculo con el mundo femenino quedaban fuera de sus puertas.
Así, Mihailo creció, aprendió y envejeció sin haber visto jamás en persona a una mujer. Su conocimiento de ellas se limitaba a las ilustraciones y a los relatos de otros. La suya fue una vida completamente masculina, marcada por la oración, la disciplina monástica y un silencio roto solo por los cánticos de fe.
En 1938 murió a los 82 años, con un récord tan singular como difícil de imaginar: atravesó toda una existencia sin conocer nunca a la otra mitad de la humanidad. Su vida, que a nuestros ojos modernos parece una rareza, fue al mismo tiempo testimonio de la fuerza del aislamiento y del poder de las tradiciones.
Una historia que sorprende no solo por lo que cuenta, sino por lo que revela: a veces, lo que falta en una vida también la define para siempre.
Compartido por Datos Históricos
No hay comentarios:
Publicar un comentario