La ototoxicidad es el daño en el oído interno causado por ciertos medicamentos, afectando principalmente a la cóclea, encargada de la audición, y a los canales semicirculares, responsables del equilibrio. El daño ocurre porque estos fármacos se acumulan en los líquidos del oído interno, provocando muerte celular, daño mitocondrial y formación de especies reactivas de oxígeno.
Las consecuencias incluyen hipoacusia que inicia en frecuencias altas y puede progresar hasta sordera, tinnitus con zumbidos constantes, mareos intensos, problemas para caminar y nistagmo. Este daño suele ser irreversible.
Entre los medicamentos más ototóxicos destacan los antibióticos aminoglucósidos como amikacina y gentamicina, los diuréticos de asa como furosemida, y los quimioterápicos platinos como cisplatino. Los salicilatos como la aspirina y los macrólidos como la eritromicina suelen causar daños leves y reversibles.
La ototoxicidad generalmente afecta ambos oídos de forma simétrica, puede aparecer tras dosis altas o tratamientos prolongados y, en algunos casos, manifestarse semanas o meses después de suspender el fármaco.
La prevención incluye monitoreo auditivo antes y después del tratamiento, evitar combinaciones de fármacos ototóxicos y ser cautelosos en pacientes con riesgo elevado o insuficiencia renal, donde la toxicidad es más probable.
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