viernes, 7 de noviembre de 2025

El 6 de noviembre de 1661 nació el que pasaría a la historia como Carlos II, llamado «el Hechizado»,




 El 6 de noviembre de 1661 nació el que pasaría a la historia como Carlos II, llamado «el Hechizado», el último monarca de la Casa de Habsburgo en España.

Hijo de Felipe IV y de su segunda esposa, Mariana de Austria, el nacimiento del último de los Austrias suponía la culminación de una endogamia familiar practicada entre los Habsburgo durante tres generaciones que se reflejó en la extrema naturaleza enfermiza del recién nacido. Padeció raquitismo infantil y epilepsia. Aunque desde el mismo instante de su existencia se desataron las especulaciones sobre la fragilidad del recién nacido y su inminente desaparición —que afectaba a los intereses dinásticos de las más importantes potencias continentales—, éste alcanzó la edad adulta y reinó durante treinta y cinco años. Carlos sufrió periodos de mala salud a lo largo de toda su vida y no consiguió obtener descendencia. Lo que hizo de la cuestión de su sucesión un asunto central en la diplomacia europea durante gran parte de su reinado. Así que desde el día de su nacimiento, las cortes reales estaban esperando su muerte.
La educación y formación de Carlos II estuvo lastrada por sus limitaciones físicas e intelectuales. Sobreprotegido por su madre, permaneció al cuidado de nodrizas y ayas durante la primera infancia. Su larga lactancia, que derivó en raquitismo y epilepsia, hacía suponer que moriría joven, por lo que se le sobreprotegió y se descuidó su educación en las tareas de gobierno. A los diez años, de manera rudimentaria, aprendió a leer y escribir en español y latín, así como la geografía más general, además de haber leído con gusto epítomes (resúmenes) de las crónicas de su familia y antepasados, los reyes de España.
Sólo tenía cuatro años cuando accedió al trono. Aunque el sobrenombre «el Hechizado» le venía de la atribución supersticiosa de su lamentable estado físico a la brujería e influencias diabólicas, sin duda los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real ocasionaran sus graves problemas de salud, con síntomas como musculatura débil e infertilidad. Algunos autores han sugerido que el heredero padecía síndrome de Klinefelter. Para otros autores, Carlos II padecía el síndrome X frágil, caracterizado por un fenotipo característico, fácilmente identificable en los distintos retratos del monarca. Este síndrome responde a una mutación genética del cromosoma X y suele asociarse a discapacidad intelectual, problemas emocionales, sociales y del lenguaje. Como fuese, todo ello acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Habsburgo.
A Carlos II se le ha atribuido tradicionalmente el inicio de la decadencia española, pero una parte de la historiografía del siglo XXI ha cuestionado esto. El rey, sabedor de sus limitaciones, se rodeó de hombres hábiles que lograron mantener intacto el imperio frente al poderío francés de Luis XIV, que ambicionaba los Países Bajos españoles. Además de que consiguieron una de las mayores deflaciones de la historia, el aumento del poder adquisitivo en sus reinos y la recuperación de las arcas públicas. Carlos es en realidad un rey desconocido, que fue quien comenzó las reformas y logró un bienestar del que luego se beneficiaron y autoadjudicaron los Borbones. Autores como Luis Antonio Ribot García dirán de él: «Ni tan hechizado ni tan decadente». En algunas regiones, como Cataluña o Italia, es tenido como uno de los mejores reyes españoles, por no decir el mejor.
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