lunes, 29 de septiembre de 2025

Canarias Siglo XVII

 

Canarias Siglo XVII

Sociedad y administración

La expansión económica registrada en las islas durante la mayor parte del siglo XVII estimuló el incremento demográfico. Si en 1585 la población total del archipiélago podía rondar los 30-40.000 habitantes, en 1688 ascendía ya a 105.375, de los que aproximadamente la mitad residía en Tenerife.

La estructura social establecida durante la colonización se mantuvo vigente durante el siglo XVII. El grupo dominante, constituido por los grandes propietarios y la burguesía comercial, esta última de origen mayoritariamente extranjero, consolidó su poder debido al enriquecimiento producido por el auge del cultivo y las exportaciones vinícolas.

La mayor parte de la población constituía el grupo dependiente: pequeños y medianos propietarios agrícolas, jornaleros, artesanos, sirvientes, mendigos, esclavos, etc. La situación de este grupo era generalmente penosa y su suerte podía variar radicalmente de signo debido a una sequía o cualquier otra calamidad. La falta de recursos, el hambre, los abusos, la violencia ejercida por el grupo dominante daban lugar a frecuentes conflictos sociales (motines) y a un flujo migratorio constante.

La creciente complejidad social obligó a crear nuevas instituciones para garantizar el gobierno de las islas. La autoridad ejercida por los gobernadores y cabildos nombrados después de la conquista debió ser compartida con instituciones de ámbito regional como la Capitanía General establecida en 1589, aunque su funcionamiento efectivo data de 1629

 Islas del vino

Durante la segunda mitad del siglo XVI las exportaciones azucareras sufrieron la competencia del azúcar procedente de las Antillas y el cultivo entró en decadencia. Sin embargo, la economía isleña se restableció muy pronto debido a la elevada demanda registrada por los vinos canarios en los mercados del norte de Europa. La expansión de la vid benefició a buena parte del archipiélago y muy especialmente a Tenerife, centro de las exportaciones. Los vinos canarios, malvasías y vidueños, tuvieron su principal mercado en Inglaterra, Holanda, Francia y otros países europeos, pero a lo largo de los siglos XVII y XVIII también fueron enviados al imperio colonial portugués, a las Indias españolas y a las colonias británicas de Norteamérica.

Piratas y corsarios en Canarias

Desde comienzos del siglo XVI los principales puertos del archipiélago fueron una escala imprescindible en la ruta entre Europa y las colonias españolas en América. En las islas recalaba la flota de Indias en su viaje de ida, por las aguas que median entre Azores y Canarias discurrían numerosos piratas y corsarios que aguardaban su paso con ánimo de hacerse con el rico botín. Durante más de tres siglos las Islas Canarias sufrieron la amenaza de piratas y flotas enemigas que trastornaban el normal desarrollo del comercio, cuando no eran objeto de asaltos y desembarcos que asolaban poblaciones enteras.

Entre los más conocidos ataques ingleses destacan los llevados a cabo por Francis Drake contra Santa Cruz de La Palma en 1585 y Las Palmas en 1595. Al año siguiente la armada inglesa vuelve a atacar varios puertos del archipiélago. Los ataques a las islas orientales por piratas argelinos y el apresamiento de buques de cabotaje y embarcaciones pesqueras fueron episodios frecuentes. El último gran ataque sufrido por las islas es el dirigido en 1797 contra Santa Cruz de Tenerife por una flota inglesa comandada por el contraalmirante inglés Horacio Nelson.

Ante la frecuencia de los ataques y la inseguridad permanente de las islas, el rey Felipe II creó la Capitanía General y envío al archipiélago al ingeniero italiano Leonardo Torriani con el objetivo de mejorar las fortificaciones. Durante más de trescientos años, las islas fueron defendidas por las milicias canarias, constituidas por los vecinos encuadrados en regimientos, batallones y compañías con jurisdicción sobre cada una de las islas y comarcas.

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