Hace aproximadamente dos mil quinientos años zonas muy extensas del noroeste de África estaban pobladas por unos pueblos llamados bereberes, cuyos descendientes viven todavía en las zonas montañosas del actual Marruecos y otros países africanos. Las características físicas y las costumbres confirman que los guanches estaban emparentados con los antiguos bereberes. El poblamiento original de las islas, sin duda uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Canarias, es todavía un misterio que los investigadores no han logrado desvelar totalmente. Hoy en día la opinión más extendida es que no llegaron por sus propios medios sino que fueron traídos por navegantes púnicos o romanos.

La sociedad aborigen
Como ocurre en casi todos los pueblos primitivos, los guanches vivían en familias muy amplias formadas por los padres, los hijos y otros parientes. Todos ellos moraban en cuevas o cabañas próximas y colaboraban en las diferentes tareas cotidianas: procurarse el sustento, mantener el fuego encendido, fabricar utensilios, etc. A medida que fue aumentando la población, los distintos grupos humanos dividieron el territorio en amplias zonas o bandos. En las islas con abundancia de agua y pastos había más población y, por tanto, mayor número de bandos: en la época de la conquista había cuatro bandos en La Gomera, nueve en Tenerife y doce en La Palma. Sin embargo, en aquellas islas con recursos escasos como Lanzarote y El Hierro la población era menos numerosa y el territorio no se dividía. Se ignora el número de habitantes que tenía el archipiélago antes de la conquista, pero se cree que podría ascender a 80.000 personas. El nombre de muchos bandos y lugares se ha mantenido hasta hoy: Tijarafe, Tacoronte, Gáldar, Jandía, Teguise, Benchijigua, Guarazoca, etc. Cuando surgía algún problema las familias recurrían a un jefe, llamado mencey en Tenerife y guanarteme en Gran Canaria. En este caso, el jefe convocaba un consejo o tagoror al que acudían personajes con experiencia, a veces ancianos, cuya autoridad era reconocida por todos.
En las Islas Canarias no abundan los recursos naturales. Aunque los suelos volcánicos son fértiles escasea el agua y tampoco hay minerales útiles. Por este motivo, los aborígenes aprovechaban al máximo los recursos naturales que había en las islas. La ganadería era el principal recurso de los aborígenes. La agricultura también era conocida, sobre todo en Gran Canaria, la cebada, llamada azamotán por los antiguos canarios, se utilizaba para hacer el gofio; también plantaban trigo, habas y arvejas. La dieta era complementada con los recursos procedentes de la pesca y el marisqueo, la caza y la recolección. Los niños también participaban en todos estos trabajos aprendiendo muy pronto a ser personas útiles para la comunidad.
Con las materias primas que la naturaleza ponía a su alcance fabricaban objetos y herramientas. De las cabras obtenían pieles para confeccionar sus vestidos o tamarcos, así como huesos y cuernos para elaborar punzones y anzuelos. También fabricaban molinos de piedra para hacer gofio y con la obsidiana elaboraban unas herramientas cortantes llamadas tabonas. Tenían también bastones y lanzas de madera, vasijas de barro (gánigos), agujas de espina de pescado, cucharas de lapas, bolsas e hilos de fibras vegetales, etc. Las condiciones de vida eran bastante duras y la lucha por la supervivencia era constante.
La naturaleza les proporcionaba, asimismo, un lugar donde vivir ya que los guanches habitaban casi todo el año en cuevas naturales situadas en los barrancos por donde corría el agua. En otras ocasiones habitaban cabañas de piedra con cubierta vegetal. En Lanzarote y Fuerteventura ocupaban también las llamadas casas hondas, en realidad cuevas volcánicas que se abren al nivel del suelo. Un caso especial es el de Gran Canaria, donde abundaban las cuevas artificiales excavadas en la roca, a veces pintadas (Cueva Pintada de Gáldar), así como poblados de cabañas muy bien construidas. Esto indica que en Gran Canaria había un mayor desarrollo cultural.
Vida espiritual
Una vez al año, cuando comenzaba el verano, hombres y mujeres y, especialmente, los jóvenes, esperaban con alegría la celebración del beñesmén. Después de las cosechas, se reunían en grandes grupos para celebrar unas fiestas y se convidaban con carnes y otros alimentos mientras bailaban y competían entre ellos saltando, corriendo y luchando. De esta manera mostraban su agradecimiento al dios supremo, llamado Achamán en Tenerife y Alcorán en Gran Canaria, por los frutos recibidos a lo largo del año.
En cambio, todo era respeto y veneración cuando se hablaba de los muertos. Cuando el difunto había sido algún jefe u otro personaje destacado, los guanches acostumbraban a momificar el cadáver. Por último, los familiares depositaban la momia en una cueva inaccesible situada en lo alto de un risco o en la ladera de un barranco. De esta manera honraban a sus muertos y los preservaban para la eternidad. En el Museo Canario de Las Palmas y en el Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife pueden observarse varias de estas momias en muy buen estado de conservación.
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