En 1999 llegó a los cines una película que parecía pequeña, casi tímida. Se titulaba El sexto sentido (The Sixth Sense), y poco después se convertiría en un fenómeno mundial. Nadie imaginaba que ese thriller de tonos silenciosos dejaría una huella tan profunda en el cine de los años 90.
El director era un joven casi desconocido: M. Night Shyamalan, indio-americano, con solo algunos proyectos menores en su haber. Había escrito el guion en pocos días, inspirándose en su pasión por Hitchcock, pero a nadie parecía interesarle. Hasta que Bruce Willis, ya una estrella consagrada, decidió creer en él. Fue un acto de confianza. Es un golpe de suerte.
Pero el verdadero flechazo fue Haley Joel Osment, que entonces solo tenía 10 años. Durante la audición, Shyamalan le preguntó: ¿Has leído todo el guion? ”
Y él respondió: Sí. Dos veces. El director se quedó desconcertado. ¿Sabes cómo termina? "Claro. Fue el único niño que entendió el giro final de la trama. Y fue tomado al instante.
Las grabaciones fueron intensas. Bruce Willis, conocido por sus papeles de acción, se encontró interpretando a un hombre frágil, introvertido, en busca de redención. En el set, mantuvo un comportamiento tranquilo y protector hacia Haley. Dijo varias veces: Ese niño es más profesional que muchos adultos con los que he trabajado.
Una de las curiosidades más fascinantes se refiere precisamente al giro argumental. La revelación final nunca fue escrita abiertamente en los primeros guiones distribuidos. Ni siquiera parte del equipo conocía la verdad. Shyamalan pidió a todos la máxima discreción. Bruce Willis mismo contó que muchas de las personas involucradas en la película entendieron el final solo en la primera proyección pública. Cuando se encendieron las luces, nadie hablaba. Solo silencio. Y luego, largos aplausos.
La película recaudó más de 600 millones de dólares y fue nominada a 6 premios Óscar, incluyendo mejor película, mejor director y mejor actor de reparto para el pequeño Haley. El niño, entrevistado después del éxito, dijo simplemente: Yo solo fingí tener miedo. No creía que le gustaría a tanta gente.
Pero me gustó. Claro que sí. Porque El sexto sentido no era solo un thriller. Era un relato sobre la soledad, la culpa, el amor que perdura incluso más allá de la muerte.
Y cualquiera que lo haya visto, aún hoy, cuando escucha esa frase – "Veo gente muerta" – siente un escalofrío recorrerle la espalda.
No solo por el miedo. Pero por el recuerdo.
De un final que nos hizo verlo todo de nuevo.
Y descubrir que no habíamos entendido nada.

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