¿Sabías que una vaca es la responsable del nombre y el concepto de todas las inyecciones que nos protegen de enfermedades? La historia de la palabra "vacuna" es uno de los mejores chiste etimológicos de la medicina. Proviene del latín vacca (vaca), y no es una metáfora. Fue una vaca, o mejor dicho, un virus que vivía en las vacas, la que involuntariamente salvó a la humanidad de una de sus mayores pesadillas: la viruela.a
En 1796, mientras la viruela humana mataba a millones y desfiguraba a los supervivientes, el médico inglés Edward Jenner hizo una observación que hoy parecería absurda: las lecheras eran inmunes. Estas mujeres, que lidiaban diariamente con el ganado, solían contraer la viruela vacuna (vaccinia), una enfermedad leve de los bovinos que les dejaba unas pocas pústulas inofensivas en las manos. El saber popular campesino ya susurraba la clave: "Ordeñando vacas, uno se protegía de la viruela." Jenner, con una mezcla de curiosidad científica y audacia, decidió comprobarlo. El experimento que hoy le costaría el trabajo fue el siguiente: tomó una muestra de pus de la pústula de viruela vacuna en la mano de una lechera llamada Sarah Nelmes. Inoculó este material en el brazo de un niño de ocho años, James Phipps. El niño desarrolló una fiebre leve, se recuperó y, ¡listo!, ya había pasado su "primera dosis" de enfermedad bovina. Semanas después, para el clímax de su investigación, Jenner inoculó al niño con material de la temida viruela humana. El resultado fue legendario: James Phipps no enfermó. No le pasó absolutamente nada.
La conclusión de Jenner fue sencilla pero brillante: exponer el cuerpo a un primo light y no mortal del virus era suficiente para entrenar al sistema inmunitario sin sufrir la devastación de la enfermedad real. Había descubierto la inmunización artificial y la llamó vacunación en honor a la vaca que inició todo. Antes de Jenner y sus vacas, existía la variolización, un método de inmunización brutal que consistía en inyectar pus de un enfermo humano. Era como jugar a la ruleta rusa: funcionaba, pero el riesgo de muerte o de infectar a otros era altísimo. La vacuna de Jenner fue un avance de seguridad equivalente a pasar de usar un bate de béisbol a usar un bisturí. El legado de este simple experimento es uno de los mayores triunfos de la medicina: la viruela fue responsable de la muerte de unos 300 millones de personas solo en el siglo XX. Gracias a una campaña global de vacunación que duró décadas, en 1977 se registró el último caso natural de viruela, y en 1979 fue declarada erradicada mundialmente. Es la única enfermedad infecciosa humana que hemos logrado borrar del planeta. En esencia, la viruela perdió la batalla porque el cuerpo humano, gracias a una simple inoculación derivada de un virus bovino, ya sabía de antemano a quién enfrentarse. Todo el complejo y moderno campo de la vacunología se reduce a una anécdota rural: la humanidad le debe su salud pública a un hongo en la mano de una lechera y a una vaca muy cooperadora
CRÉDITOS: MÁS CIENCIA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario