¿Sabías que los suricatos se abrazan no porque tengan frío, sino porque no pueden vivir sin cariño? ![]()
• Se abrazan, se frotan y se acuestan unos sobre otros para mantener el contacto, fortalecer la confianza y el vínculo del grupo.
• Esta cercanía les da seguridad, ya que su supervivencia depende de la cooperación.
• Un abrazo entre suricatos no es solo calor físico — es una expresión de afecto y pertenencia.
Estos pequeños animales nos recuerdan algo importante:
Cuando nos abrazamos, el cerebro se llena de magia:
bajan las hormonas del estrés y aumentan las de la felicidad.
Según un estudio de la Universidad de Pittsburgh, incluso unos segundos de abrazo con alguien querido reducen los niveles de cortisol, la hormona que causa ansiedad.
El cuerpo se relaja, el corazón late con calma y la mente se aclara.
Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon demostraron que las personas que reciben abrazos con frecuencia se enferman menos y se recuperan más rápido.
Menos estrés = un sistema inmune más fuerte.
El contacto físico ayuda a reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Los cardiólogos confirman que los abrazos frecuentes disminuyen el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El contacto libera oxitocina — la hormona del amor y la confianza.
Nos ayuda a combatir la soledad, eleva la autoestima y aporta calma incluso en los días más difíciles.
También activa las endorfinas y la serotonina — nuestros antidepresivos naturales.
La terapeuta Virginia Satir decía:
“Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir,
ocho para mantenernos,
y doce para crecer.”
No es poesía, es ciencia: los humanos nacimos para la cercanía.
Los suricatos se abrazan porque no soportan la soledad.
Nosotros lo hacemos porque también necesitamos calor — no solo físico, sino del alma.
la forma más sincera de amor
y la manera más bonita de decir:
“Estoy contigo.” 

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