domingo, 21 de diciembre de 2025

La hija invisible del poeta

 



La hija invisible del poeta: la historia silenciada de Malva Marina Reyes. Una niña nacida frágil, olvidada por la historia y por su padre.

Una hija no deseada, nunca mencionada, pero que hoy merece ser recordada.
Nacida en 1934 en los Países Bajos, Malva Marina Reyes era la única hija del poeta chileno Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura. Sufrió de hidrocefalia, una grave condición congénita que le deformaba el cráneo y comprometía su salud física. Apenas nació, su padre la miró... y desvió la mirada.
Para su padre no fue solo una enfermedad: fue una vergüenza que ocultar.
En sus escritos privados, Neruda no mostró ninguna ternura: la llamaba "punto y coma", "vampiro de tres kilos", "ser ridículo". Palabras que hoy suenan como puñaladas en el corazón de la memoria. Cuando Malva tenía pocos meses, Neruda dejó a su madre, María
Antonieta Hagenaar, y se marchó con su nueva compañera. No volvió más. No escribió. No envió ayuda.
Malva y su madre vivieron en la pobreza, aisladas y olvidadas en Holanda. Con solo ocho años, Malva murió. Fue enterrada en una fosa común en Gouda, Países Bajos. Su madre le suplicó al poeta que estuviera presente en el funeral. Pero él nunca respondió. No hubo poesía. No hubo memoria. Solo silencio.
Hoy, décadas después, el nombre de Malva
Marina Reyes emerge como un grito sumergido, como el símbolo de todas esas vidas negadas, invisibles, incómodas. Es una advertencia dolorosa: incluso los grandes hombres pueden cometer crímenes de abandono. Pablo Neruda escribió versos inmortales, pero dejó incompleta una de sus obras más importantes: ser padre. Y Malva, la niña que nunca tuvo voz, hoy merece la nuestra.
Puede ser una imagen en blanco y negro de niños
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