¿CUÁNTO HAY DE VERDAD en la LEYENDA NEGRA contra ESPAÑA? 🇪🇸
Durante siglos se repitió una historia oscura sobre España, una narrativa insistente que la presentó como un imperio cruel, fanático y destructor, casi como si su expansión hubiese sido una anomalía moral dentro de Europa. No surgió por casualidad ni por simple acumulación de errores históricos: fue el resultado de una construcción deliberada, cuidadosamente difundida, en la que Gran Bretaña desempeñó un papel clave. En un mundo donde la hegemonía se disputaba tanto con cañones como con relatos, desacreditar al rival era tan eficaz como hundir su flota.
La llamada Leyenda Negra comenzó a tomar forma en los siglos XVI y XVII, justo cuando España dominaba rutas comerciales, territorios y océanos. Inglaterra, todavía en proceso de consolidarse como potencia global, necesitaba justificar su expansión y, al mismo tiempo, debilitar la legitimidad moral de su mayor adversario. Así, panfletos, grabados y crónicas circularon por Europa describiendo a los españoles como enemigos de la razón, verdugos de pueblos enteros y fanáticos incapaces de convivir con otras culturas. La estrategia era clara: si España era retratada como un imperio intrínsecamente maligno, cualquier ataque contra ella podía presentarse como una cruzada civilizadora.
Uno de los blancos principales fue la fe. España no solo conquistaba territorios, también llevaba consigo una cosmovisión cristiana que, con luces y sombras, se convirtió en el eje organizador de muchos pueblos recién incorporados al mundo europeo. Para Gran Bretaña, que avanzaba hacia un modelo protestante y mercantil, esa fe era un obstáculo político. Atacar el catolicismo español no era solo una disputa religiosa, sino una forma de deslegitimar el principio mismo que sostenía la autoridad española en América y en Europa. La evangelización fue reducida a caricatura, ignorando deliberadamente los debates internos, las leyes de protección indígena y las tensiones reales dentro del propio imperio.
La Inquisición se transformó en el símbolo perfecto. Exagerada, descontextualizada y convertida en un monstruo omnipresente, sirvió para reforzar la imagen de una España obsesionada con la represión. Mientras tanto, se silenciaban prácticas igualmente brutales llevadas a cabo por potencias protestantes en sus colonias, donde el exterminio directo y la expulsión sistemática fueron moneda corriente. La comparación rara vez aparecía: la narrativa necesitaba un villano único, y España cumplía ese papel a la perfección.
La Leyenda Negra también cumplió otra función más sutil: romper la memoria compartida de los pueblos hispanos. Al insistir en que su fe fundante era sinónimo de atraso y opresión, se sembró la idea de que todo lo heredado de España debía ser rechazado. Lengua, tradiciones, estructuras jurídicas y creencias pasaron a verse como lastres, no como elementos históricos complejos. Ese desprestigio facilitó nuevas formas de sometimiento cultural y económico, ahora bajo banderas distintas pero con objetivos similares.
Lo más inquietante es que este relato no quedó atrapado en el pasado. Con el tiempo, fue asumido incluso por quienes descendían de los propios pueblos señalados, repetido en manuales, películas y discursos contemporáneos sin una revisión crítica profunda. La propaganda original se convirtió en “verdad aceptada”, y cuestionarla empezó a parecer sospechoso, cuando en realidad era un ejercicio necesario de honestidad histórica.
La Leyenda Negra no absuelve a España de sus errores ni niega episodios duros y reales, pero sí revela algo más amplio y perturbador: la historia también se conquista. Gran Bretaña entendió antes que muchos que dominar el relato era dominar la conciencia. Y mientras esa versión siga repitiéndose sin matices, seguirá siendo una de las armas más eficaces jamás creadas, no para entender el pasado, sino para manipularlo.
#historia #leyendanegra #españa #imperiobritánico #propaganda #historiacritica #memoriahistorica

No hay comentarios:
Publicar un comentario