TAL DÍA COMO ANTESDEAYER... En 1885 murió Alfonso XII, con tan solo 28 años. Había nacido en 1857 y era hijo de Isabel II y de un señor que con toda probabilidad no era el rey (seguramente el capitán Enrique Puig Moltó). A la conocida promiscuidad de la reina se unía el hecho evidente de la homosexualidad del rey (cuentan que Isabel, cuando se enteró de que la iban a casar con su primo Francisco de Asís, dijo, muy fina ella: "No, con Paquita no") y, sobre todo, la mala relación que había entre ellos en aquel momento y que hacía muy difícil atribuirle la paternidad.
En 1868 estalló la revolución que echó a Isabel II de España, y cuando seis años después (tras un período en el que hubo de todo, incluido un rey italiano, Amadeo de Saboya, y la I República) Alfonso fue recibido en Madrid como un héroe, unas vendedoras del mercado le pusieron rápidamente en su sitio diciéndole: "Esto no es nada. Tenía Vuestra Majestad que habernos oído gritar cuando echamos al putón de vuestra augusta madre".
Eso sí, Alfonso heredó la promiscuidad de Isabel pero no su insensatez, y aunque su reinado fue breve (murió muy joven) sentó las bases de la estabilidad política de finales del XIX y principios del XX, que en gran parte fue posible gracias a su viuda, su segunda mujer (la primera, María de las Mercedes, la de las coplas y las películas románticas, murió a los pocos meses de la boda), María Cristina de Habsburgo.
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