jueves, 2 de octubre de 2025

El 2 de octubre de 1470 nació la infanta Isabel, en la localidad palentina de Dueñas

 


El 2 de octubre de 1470 nació la infanta Isabel, en la localidad palentina de Dueñas, donde sus padres, los futuros Reyes Católicos, se habían refugiado en el Palacio de los condes de Buendía tras casarse en Valladolid en 1469 en contra de los deseos del rey Enrique IV. Era la hija mayor de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, princesa de Asturias en dos ocasiones, infanta de Castilla y Aragón y posteriormente reina consorte de Portugal en dos ocasiones distintas.

En 1474 moriría su tío materno, el rey Enrique IV de Castilla. Dos días después, su madre, Isabel la Católica, se autoproclama reina en la ciudad de Segovia. En febrero de 1475 se convocan las Cortes con el objetivo de que se le jurara fidelidad a la infanta como princesa de Asturias, título que le correspondía como primogénita y heredera de los reyes de Castilla siempre y cuando estos no tuvieran descendencia masculina. Sin embargo, todo cambia en 1478, cuando su madre da a luz a su hermano, el príncipe Juan. Al ser varón, su hermano la desplazó en la línea sucesoria, no obstante, Isabel conservó el título de princesa de Asturias hasta el juramento de su hermano como príncipe de Asturias en 1480.
Aunque los reyes ansiaban un varón, la princesa Isabel siempre contó con la predilección de su madre por ser la mayor y por parecérsele en carácter, gustos y actividades. En cuanto a la relación con su padre, Isabel también fue siempre su favorita ya que la princesa tenía una gran inteligencia y ayudaba constantemente a sus padres a idear estrategias tanto en asuntos de Estado como en cuestiones bélicas. Además, físicamente se parecía a su abuela, Juana Enríquez, por lo que además de inteligencia y fuerza, la princesa contaba con una gran belleza. Una vez asegurada la sucesión de los reinos hispanos con el hijo varón, los Reyes Católicos deciden concertar uniones matrimoniales para sus hijas.
Se establece así el matrimonio de Isabel con Alfonso, príncipe heredero de Portugal y único hijo superviviente del rey Juan II, a través de una de las cláusulas del Tratado de Alcáçovas. La reina lo eligió desoyendo las proposiciones de los reyes de Nápoles y Francia. Quería recompensar a Isabel pues, según testimonios coetáneos, la joven princesa nunca entendió por qué, siendo la primogénita y pudiendo reinar en Castilla una mujer, no siguió siendo heredera después del nacimiento del príncipe Juan. Isabel se traslada a Portugal, con la incertidumbre sobre cómo sería su futuro en su nuevo país. La princesa no deseaba en absoluto este enlace y, por ello, su madre quiso despedirse de ella con un fuerte repique de campanas para celebrar el enlace. La boda se celebra en la ciudad de Estremoz en 1490. En el momento del enlace, Isabel contaba con veinte años recién cumplidos, mientras que el infante Alfonso tenía apenas 15. A pesar de esta diferencia de edad, desde el primer instante que se conocieron se enamoraron; así, lo que en un comienzo fue un matrimonio político terminó siendo una unión por amor.
La unión de Isabel y Alfonso fue feliz pero duró poco. En 1491, el joven infante fallece a causa de una caída de caballo. Sin hijos y devastada por el dolor, Isabel se instala en Sevilla, desde donde ayudará a sus padres en asuntos del reino.
Para demostrar el dolor que sentía por la muerte de su esposo, Isabel cortó su cabello, empezó a vestirse con una túnica arpillera y a cubrirse con un espeso velo. Vivió silenciosamente, sumida en la oración. Adoptó el hábito de las hermanas clarisas y solicitó el permiso de sus padres para convertirse en monja, lo que fue negado.
Isabel y Fernando deseaban casarla con el nuevo heredero al trono de Portugal, Manuel, que había conocido a la princesa Isabel en su breve estancia en Portugal y se sentía atraído por ella. La princesa viuda no deseaba esta unión. Hubiera preferido dedicarse a la oración y tomar los hábitos, pero no pudo resistir la presión de sus padres. En 1496, accede a casarse con Manuel I de Portugal, que ya era rey. Para acceder, impone la condición de que los judíos deben ser expulsados de Portugal. En primera instancia, el rey Manuel vaciló porque admiraba a los judíos por sus conocimientos y por los servicios financieros que aportaban a la Corona, pero luego accedió. En 1497, los reyes y la princesa Isabel partieron de Medina del Campo hacia la ciudad fronteriza de Valencia de Alcántara para celebrar la boda. Poco después, Isabel entra en Portugal como reina consorte junto a su nuevo marido.
El 4 de octubre de 1497, murió su hermano Juan, príncipe de Asturias, convirtiendo a Isabel en heredera al trono de Castilla una vez más. Isabel y Manuel son convocados por los Reyes Católicos. Los reyes de Portugal llegan al Monasterio de Guadalupe en abril de 1498, siendo recibidos afectuosamente por el pueblo.
Sin embargo, desde su llegada, Isabel y Fernando se dieron cuenta de que la actitud de su hija no había cambiado. La reina de Portugal seguía tan sombría y ansiosa como lo había estado desde que había enviudado, es decir, que su segundo matrimonio no la había animado o afectado positivamente. Al momento de su regreso a Castilla, se encontraba embarazada de cinco meses. El 23 de agosto da a luz a un niño, que se llamó Miguel de la Paz. Una hora después del nacimiento de su hijo, Isabel murió. El bebé moriría antes de cumplir los dos años. Actualmente, se encuentra enterrada en el convento de Santa Isabel de los Reyes en Toledo.
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