El 30 de septiembre de 1572 murió en Roma Francisco de Borja, III General de la Compañía de Jesús, IV duque de Gandía, I marqués de Lombay, grande de España y virrey de Cataluña.
Nacido en Gandía, era hijo de Juan de Borja y Enríquez de Luna, III duque de Gandía, y de Juana de Aragón y Gurrea, nieta de Fernando el Católico. Por parte de su padre, era bisnieto del papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia). Aunque de niño fue muy piadoso y deseó convertirse en monje, su familia lo mandó a la corte del emperador Carlos, donde llegó a ser «gran privado» del emperador. La propia emperatriz, en ausencia del emperador y actuando con plenas facultades como regente, lo nombró Caballerizo Mayor suyo, acordando su matrimonio con Leonor de Castro, amiga íntima, Caballeriza Mayor y Dama de la propia emperatriz.
La muerte de la emperatriz Isabel de Portugal causó una impresión muy profunda en Francisco de Borja, quien desde entonces la recordó todos los años en su Diario por considerarla la fecha de su conversión:
“Por la emperatriz que murió tal día como hoy. Por lo que el Señor obró en mí por su muerte. Por los años que hoy se cumplen de mi conversión”.
“Nunca volveré a servir a señor que se me pueda morir”.
En ese mismo año, Carlos V lo nombró virrey de Cataluña cargo que desempeñó con gran eficiencia. Pero sus verdaderos intereses fueron otros. Cuando su padre murió, heredó el título de duque de Gandía, se retiró a su tierra natal y llevó, con su familia, una vida entregada puramente a la fe. Por esos tiempos entró en contacto con algunos de los primeros jesuitas. Así fue madurando su deseo de ayudar económicamente a la orden fundada por Ignacio de Loyola. Fue un gran bienhechor del Colegio Romano y fundó la Universidad de Gandía, la primera en recibir alumnos seglares.
Su esposa Leonor de Castro falleció en 1546. Fue cuando Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Ajustó cuentas con sus asuntos mundanos, renunció a sus títulos en favor de su primogénito, e inmediatamente se le ofreció el título de cardenal. Lo rechazó, prefiriendo la vida de predicador itinerante. En 1554 se convirtió en el comisario general de los jesuitas en España y, en 1565, a la muerte del Padre Laínez, fue nombrado Padre General de toda la orden. Fundó el Collegium Romanum, que se convertiría en la Universidad Gregoriana, asesoró a reyes y papas y supervisó de cerca todos los asuntos de la creciente orden. Sin embargo, a pesar de ser el supremo, Francisco llevó una vida humilde y fue aclamado en vida como santo. Bajo su administración la obra misionera se incrementó y fue próspera. La Compañía fundó nuevas misiones en Florida, Nueva España y Perú, además de incrementarse la penetración en Brasil. Sería canonizado en 1671, por el papa Clemente X, pasando a ser conocido como San Francisco de Borja. Su memoria litúrgica se celebra el 3 de octubre en el rito romano de la Iglesia católica.
Sus restos mortales fueron repatriados a España en 1617 y conservados desde 1627 en la casa profesa jesuita de Madrid que se había construido recientemente para tal fin al norte de la Plaza Mayor. El 30 de julio de 1901, la urna de plata que contenía las reliquias fue trasladada a la iglesia de la Sagrada Iglesia y San Francisco de Borja en la calle de la Flor Baja, parte de una nueva residencia jesuita (luego casa profesa a partir de 1911). Después de que esa iglesia fuera destruida por un incendio provocado en 1931, algunas de sus cenizas fueron recuperadas y finalmente enterradas en el nuevo complejo jesuita de la calle de Serrano.
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