VENECIA NO FLOTA… y eso es lo más increíble de todo
Los antiguos constructores hundían enormes troncos hasta atravesar el fango blando y llegar a una capa firme llamada caranto (una mezcla compacta de arcillas y arenas).
Sobre esos pilotes levantaban una red de vigas y encima una plataforma de piedra de Istria, tan densa y resistente a la sal que distribuye el peso de todos los edificios.
Y sobre esa base nacen los palacios, puentes y fachadas que vemos hoy.
Porque está totalmente sumergida y enterrada en sedimentos casi sin oxígeno.
En ese ambiente, hongos y bacterias no pueden vivir, y con el tiempo los poros de la madera se endurecen al llenarse de minerales disueltos en el agua.
Por eso especies como aliso, alerce y roble llevan siglos sosteniendo la ciudad sin deshacerse.
Funciona, sí… pero requiere vigilancia constante. El suelo se compacta, algunas zonas se hunden y se han tenido que reforzar cimientos y añadir nuevos pilotes.
Hoy se monitorean niveles del agua y del terreno, y se protegen las bases expuestas de corrientes y organismos perforadores.
Venecia no flota: se sostiene gracias a una obra maestra de ingeniería antigua, donde madera, piedra y mantenimiento trabajan en equilibrio perfecto con la laguna.


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