El yaguareté, el felino más grande de América y un símbolo profundo de la biodiversidad argentina, enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia. Cada 29 de noviembre se conmemora su día, una fecha que busca visibilizar la lucha por su preservación y recordar que esta especie, antes extendida por gran parte del país, hoy se encuentra al borde de la desaparición.
Actualmente se estima que quedan menos de 250 ejemplares distribuidos en tres regiones: las Yungas, la Selva Misionera y el Gran Chaco. Estas poblaciones se encuentran aisladas entre sí, lo que dificulta la reproducción, reduce su diversidad genética y pone en riesgo su supervivencia a largo plazo.
Las amenazas que enfrenta son múltiples. La deforestación destruye su hábitat, obligándolo a desplazarse hacia zonas donde aumenta el conflicto con actividades humanas. La caza furtiva, ya sea por tráfico ilegal o por represalias ante ataques al ganado, sigue siendo una problemática persistente. A esto se suman los accidentes en rutas, que cada año se cobran la vida de varios individuos.
Proteger al yaguareté no es solo salvar a una especie: es preservar un ecosistema completo. Este gran felino es considerado una especie clave, capaz de regular poblaciones y mantener el equilibrio natural de los bosques y selvas. Su desaparición tendría consecuencias profundas en la vida silvestre de Argentina.
El compromiso con su conservación requiere políticas firmes, corredores biológicos, educación ambiental y mayor conciencia social. Este es un llamado urgente a defender uno de los tesoros naturales más valiosos del país.

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