La historia del hallazgo de la escultura monumental de Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, es tan poderosa como la figura misma: un símbolo de resistencia, ocultamiento y redescubrimiento.

En agosto de 1790, durante trabajos de remodelación en la Plaza Mayor de la Ciudad de México (hoy el Zócalo), obreros encontraron una enorme escultura enterrada bajo tierra.
La pieza, tallada en andesita y de más de 2.5 metros de altura, representaba a una figura imponente con falda de serpientes, manos convertidas en garras, y cabezas de serpiente emergiendo del cuello.
Se identificó como Coatlicue, “La de la falda de serpientes”, una de las diosas más temidas y reverenciadas del panteón mexica.

El hallazgo causó alarma entre las autoridades virreinales, que temían que la escultura despertara simpatías por el pasado indígena.
Por ello, fue reenterrada poco tiempo después, junto con otras piezas como la Piedra del Sol (calendario azteca), que también fue descubierta ese mismo año.

La Coatlicue fue desenterrada nuevamente en el siglo XIX y trasladada al Museo Nacional de Antropología, donde hoy se exhibe como una de las obras maestras del arte mexica.
Su estilo es único: mezcla realismo anatómico, simbolismo cósmico, y una estética que evoca tanto vida como muerte, fertilidad como sacrificio.
©Aztecas MAYAS y mas
No hay comentarios:
Publicar un comentario