SINDROME METABÓLICO
El síndrome metabólico puede manejarse y mejorar significativamente con una alimentación saludable y cambios en el estilo de vida. La dieta es una herramienta clave para reducir los factores de riesgo como la presión alta, el azúcar elevado y el colesterol alterado.
Para que se diagnostique, generalmente se deben presentar al menos tres de los siguientes criterios clínicos:
• Presión arterial elevada.
• Glucosa alta en ayunas (nivel elevado de azúcar en sangre).
• Colesterol HDL bajo (el “colesterol bueno”).
• Triglicéridos elevados.
• Circunferencia abdominal aumentada (obesidad central).
Aunque muchos casos no presentan síntomas evidentes, estas son algunas señales que pueden estar asociadas:
• Aumento de peso, especialmente en el abdomen.
• Fatiga o sensación de cansancio frecuente.
• Resistencia a la insulina (puede derivar en diabetes tipo 2).
• Presión arterial alta sin causa aparente.
• Niveles anormales de colesterol o triglicéridos.
• Inflamación de bajo grado (detectada en análisis clínicos).
• Mayor tendencia a la coagulación sanguínea.
- Azúcares refinados: gaseosas, dulces, postres industriales.
- Harinas blancas y productos ultraprocesados.
- Grasas trans: frituras, margarinas industriales, snacks.
- Carnes procesadas: embutidos, tocino, salchichas.
- Alcohol en exceso.
- Comer porciones moderadas y evitar el exceso de sal.
- Planificar menús semanales con variedad y equilibrio.
- Evitar ayunos prolongados o picos de hambre.
- Consultar con un nutricionista para adaptar la dieta a tus necesidades.


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