lunes, 1 de diciembre de 2025

Hay una frase que nadie admite en voz alta, pero todos llevan adentro:

 




Hay una frase que nadie admite en voz alta, pero todos llevan adentro:


“No sé vivir hoy.”

Sabemos trabajar, producir, responder, correr, acumular, aparentar.
Pero vivir… eso casi nadie lo practica.

Y entonces aparece el autoengaño más caro del mundo:

“Cuando termine… voy a ser feliz.”
Cuando termine el proyecto.
Cuando me vaya bien.
Cuando suban las ventas.
Cuando ordene mi vida.
Cuando tenga tiempo.

Ese “cuando” es el origen de toda frustración adulta.

Y lo peor es que lo sabemos.
Lo sentimos.
Pero igual seguimos.

Porque posponer es cómodo.
Posponer es socialmente aceptado.
Posponer es elegante.
Posponer es no hacerte cargo.

Hasta que un día —uno cualquiera— te das cuenta de que no te falta motivación:
te falta valentía.

Valentía para decir:
“Esto no me hace feliz.”
“Esto ya no soy yo.”
“Esto no lo quiero más.”

Ese día cambia todo.
Porque la felicidad no aparece cuando lo lográs.
Aparece cuando te dejás de traicionar.

Y te convierto esta línea en una regla de vida, si la querés tomar:

La felicidad no está adelante.
Está en la coherencia entre lo que sentís y lo que hacés.

Ahí se termina la ansiedad.
Ahí empieza tu vida.

Porque la tumba no duele.
Lo que duele es llegar ahí sin haber vivido.

Jorge Inda

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