Carlos I (1516-1556)
Ahora llega el César del Renacimiento, se acabaron los fragmentados y feudales tiempos medievales y es ahora de formar un imperio europeo, bajo la unidad de la cristiandad si es posible.
En Carlos I de España y V de Alemania confluyeron tantas herencias dinásticas que hicieron que fuese dueño de España y su incipiente imperio americano, Flandes, el Sacro Imperio Romano Germánico y también el sur de Italia, no está mal.
A pesar de que podía haber sido más alemán, de hecho, fue de educación borgoñona, tuvo al imperio de corte hispánico como su mayor seña de identidad con el devenir de su reinado.
Al llegar a España y establecer corte, debido a su apariencia foránea, se desató la revolución comunera, la cual fue aplacada por las huestes imperiales. Lejos de represaliar, más bien perdonó, lo cual le honró ya desde el principio.
Ferviente cristiano, pues su abuela era Isabel la Católica, pugnó con herejes protestantes, sobre todo, en Alemania.
Enemigo acérrimo de Francisco I de Francia, al cual dimos pal pelo día sí, día también.
Aunque la cosa también se fue de madre en el saqueo de Roma… Creó Consejos y Cortes, de tal manera que su gobierno y decisiones fueron mucho menos absolutas de lo que se puede pensar, y finalizó sus días expiado pecados propios de un emperador en Yuste. El príncipe renacentista por excelencia siempre temeroso de Dios.
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