A veces olvidamos que, hace apenas unas décadas, Carl Sagan miró hacia el futuro con una mezcla de asombro y desasosiego. No temía a los avances científicos, sino a la posibilidad de que la luz que la ciencia encendía se perdiera entre el ruido, la superstición y la indiferencia. Imaginaba un mundo donde la tecnología nos rodearía como una armadura luminosa, pero cuyo mecanismo interno pocos comprenderían; un escenario en el que la fascinación por lo fácil, lo instantáneo y lo emocional desplazara la curiosidad, la duda honesta y el pensamiento crítico. Sagan advertía que, sin esa chispa de escepticismo razonado, nos convertiríamos en presas fáciles para quienes comercian con el miedo o la fantasía disfrazada de verdad.
Hoy, mientras navegamos por un océano digital lleno de destellos efímeros, no cuesta reconocer algunas de aquellas sombras que él entrevió: mensajes virales sin sustancia, falsas certezas que se multiplican sin freno, teorías que seducen más por su relato que por su rigor. Y, pese a todo, sigue vigente la idea que Sagan defendió con tenacidad: que la ciencia no es un conjunto de datos fríos, sino una herramienta para no perdernos en la oscuridad; una forma de mirar el mundo que nos invita a preguntar, a examinar, a no aceptar lo evidente sin antes iluminarlo desde varios ángulos.
Recordarlo no es nostalgia: es una forma de mantener encendida esa vela que, incluso en tiempos de ruido, sigue siendo necesaria para encontrar el camino.
Fuentes:
Sagan, C. The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark (1995).
Shermer, M. Why People Believe Weird Things (1997).
Gauch Jr., H. Scientific Method in Practice (2003).
Sagan, C. The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark (1995).
Shermer, M. Why People Believe Weird Things (1997).
Gauch Jr., H. Scientific Method in Practice (2003).

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