viernes, 14 de noviembre de 2025

El hombre que inventó la limpieza en seco en 1821

 



El hombre que inventó la limpieza en seco en 1821 usó el dinero de su patente para comprar la libertad de personas esclavizadas, y su hija demandaría a una compañía de tranvías cien años antes que Rosa Parks.

El 3 de marzo de 1821, Thomas L. Jennings se convirtió en el primer afroamericano en recibir una patente estadounidense, un logro notable no solo por su invento, sino también por el hecho de haber podido patentarlo.
Nacido libre en 1791 en la ciudad de Nueva York, Jennings trabajaba como sastre, una profesión que requería precisión, habilidad y un conocimiento de las telas que la mayoría de la gente nunca desarrollaba. Día tras día, trabajaba con materiales caros y delicados: sedas, lanas, telas finas que los clientes adinerados exigían que lucieran perfectas.
Pero había un problema: estas telas delicadas eran casi imposibles de limpiar eficazmente. El agua y el jabón podían dañarlas o encogerlas. Las manchas a menudo se volvían permanentes. Y una vez que una prenda cara se arruinaba, estaba arruinada para siempre.
Jennings vio una oportunidad.
Desarrolló un proceso que denominó «lavado en seco», un método para limpiar la ropa sin agua, utilizando disolventes químicos. Fue el precursor de lo que hoy conocemos como limpieza en seco y revolucionó el cuidado de las prendas.
El 3 de marzo de 1821, la Oficina de Patentes de EE. UU. le otorgó la patente n.° X3306 por su proceso. Tenía treinta años.
Esto convirtió a Thomas L. Jennings en el primer afroamericano en obtener una patente estadounidense.
Para comprender lo extraordinario de este hecho, es necesario conocer el contexto de Estados Unidos en 1821. La esclavitud era legal en todo el Sur y en algunos estados del Norte. La gran mayoría de los afroamericanos eran esclavos, considerados propiedad, no personas. Y las personas esclavizadas no podían poseer patentes. Cualquier invento creado por una persona esclavizada pertenecía legalmente a su amo. La Oficina de Patentes no otorgaba patentes a personas esclavizadas.
Esto significó que innumerables inventos de personas esclavizadas —innovaciones agrícolas, mejoras mecánicas, descubrimientos médicos— se atribuyeron a esclavistas blancos o simplemente se perdieron en la historia. Nunca sabremos cuántas contribuciones de inventores negros fueron robadas o borradas a causa de este sistema.
Jennings pudo patentar su invento porque era libre: nació libre en Nueva York, donde la esclavitud se estaba aboliendo gradualmente. Su libertad le otorgó un estatus legal del que carecían millones de sus compatriotas afroamericanos.
Pero Jennings comprendió algo profundo: su éxito no significaba nada si era el único libre.
El proceso de lavado en seco fue exitoso. Jennings ganó buen dinero con su patente y su negocio de sastrería. Podría haberse limitado a disfrutar de su prosperidad, asegurar el bienestar de su familia y vivir a salvo.
En cambio, utilizó las ganancias de su patente para financiar la lucha por la libertad.
Jennings se involucró profundamente en el movimiento abolicionista de Nueva York.
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