En condiciones normales, el líquido preciado hemático viaja de las arterias a los capilares y de ahí a do una arteria y una vena se saltan las reglaslas venas. Pero en una fístula arteriovenosa (AV), se abre un atajo anómalo que conecta directamente una arteria con una vena, dejando a los capilares fuera del juego.
Esta conexión puede ser:
- Congénita, es decir, presente desde el nacimiento.
- Adquirida, tras un trauma (heridas penetrantes, cirugías).
- Quirúrgicamente creada, como ocurre en pacientes con insuficiencia renal que necesitan hemodiálisis.
¿El problema? El flujo deja de ser normal y aparecen complicaciones como:
• Úlceras dolorosas porque los tejidos no reciben oxígeno suficiente.
• Hinchazón, várices y cambios en el color de la piel.
• Masas pulsátiles, con calor local evidente.
• Venas superficiales que se vuelven anormalmente dilatadas y visibles.
Lo que parece una “simple vena grande” puede esconder una condición que exige atención médica.
Una fístula AV no siempre es peligrosa, pero reconocerla a tiempo puede marcar la diferencia entre controlarla o enfrentar complicaciones serias.
—-
Recordatorio esencial: La información presentada tiene carácter académico y educativo. No constituye consulta médica, ni debe ser utilizada para autotratarse. Si tienes molestias o preocupaciones, consulta a tu médico de confianza
No hay comentarios:
Publicar un comentario