lunes, 1 de diciembre de 2025

Cuando Caballo Loco fue apuñalado en Fort Robinson en 1877

 



Cuando Caballo Loco fue apuñalado en Fort Robinson en 1877, su primo Toca la Nube estuvo a su lado. Negándose a permitir que el gran guerrero lakota muriera abandonado en el suelo, él y algunos otros lo llevaron a la oficina del ayudante, para que su último aliento se interpusiera entre su pueblo, no entre sus captores.

Pero lo que siguió sigue siendo uno de los actos más silenciosos y a la vez más poderosos de la Resistencia Lakota. Esa misma noche, bajo la vigilancia de los soldados, Toca la Nube levantó el cuerpo de Caballo Loco, cuidadosamente envuelto en una piel de búfalo. Los ancianos habían preparado un señuelo: el cuerpo de un ciervo, disfrazado para parecerse al jefe caído, dejado atrás para engañar a los guardias.
Los soldados creían que aún retenían al guerrero. De hecho, Caballo Loco ya había sido llevado a casa, acogido en los brazos de su pueblo. Su muerte se convirtió no solo en un final, sino en un último acto de desafío.
Gracias a este engaño, los Lakota obtuvieron una última victoria: el derecho a lamentar la muerte de Caballo Loco a su manera, lejos de la mirada de un ejército que intentó silenciarlo. Y a través de historias y canciones, el recuerdo de aquella noche sagrada perdura: el guerrero que no pudo ser encerrado, ni siquiera muerto.
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