En el género de terror hay cantidad de escritores recomendables. Se me ocurren Gautier, Hoffman, M. R. James, Bécquer, Bierce… No obstante, creo conveniente rescatar a un escritor relevante que pasa desapercibido en la actualidad. Me refiero a Joseph Sheridan Le Fanu (1814-1873).
Joseph era de una familia potentada de Dublín. Tenía ascendencia literaria, más en concreto, relacionada con la dramaturgia, así como una sobrina novelista. O sea que poseía un entorno culto y conocedor de las letras, que le animó a estudiar las leyes. Pero ello aburría a Joseph, quien optó por estudiar periodismo, lo que le permitió escribir mucho y publicar cantidad de relatos, algunos de ellos por entregas. Fue experimentado, pues trabajó en varios periódicos, incluyendo algunos de gran prestigio. Cabe decir que era un hombre solitario y sombrío, que no interfería en en el medio social, pues solo le interesaba leer y escribir. Por ello, se le conocía como el Príncipe invisible.
En el período victoriano, popular por su fastuosidad y clima ampuloso, las noches eran frías y oscuras, y para dotarlas de intriga Joseph escribía sobre fantasmas. La maestría de Joseph no se traduce, como en otras obras de terror, por un impacto sorpresivo, sino por su genialidad al formular atmósferas de lugares encantados con un trasfondo de misterio.
Más allá de sus cuentos de fantasmas, hay que referir su novela breve Carmilla (1871). Una historia vampírica con algo de romance, pues lo que mueve a la vampiresa Carmilla es el natural atractivo de una rica criatura en edad de merecer: Laura. En un clima crepuscular y con una ambientación gótica, que varía entre la vigilia y el sueño, Carmilla y Laura, -que es la voz narrativa-, experimentan una fosca y turbia relación, en la que contrastan admiración, deseo, intriga y rechazo.
Joseph brilla en la originalidad argumental y en el desarrollo conceptual. Sin duda, su detallismo es exhaustivo; aunque en cuanto a forma parece menos sólido. En definitiva, la creación de Carmilla resulta un acierto, pues en adelante servirá como prototipo de vampiro femenino, y como fuente de inspiración.
Bram Stoker, también irlandés y creador de Drácula, -obra, por cierto, que Wilde categorizó como “la novela más hermosa jamás escrita”- reconoció que se inspiró en Carmilla para formular al príncipe de Transilvania, que apareció casi tres décadas después. De hecho, Stoker tiene un cuento titulado: El invitado de Drácula, que introduce al lector en la novela.
Sin embargo, pese a la trascendencia de su obra, Joseph quedó relegado en la sombra... No obstante, inspiró al mismísimo M. R. James, autor consagrado, quien fue el encargado de rescatar su memoria, pues publicó una antología con los mejores cuentos del irlandés. Entre la producción literaria de Joseph cabe resaltar un cuento titulado: Un extraño suceso en la vida de Schalken el pintor, que fue de donde surgió la inspiración para crear a Carmilla. Por último, añadiré un breve párrafo para conformar un ambiente mistérico, que obedece a la costumbre de leer terror por Hallowen:
“Conocerá usted, sin duda, esa aterradora superstición extendida por Estiria Superior e Inferior, Moravia, Silesia, la Serbia turca, Polonia, e incluso Rusia: la superstición, así debemos llamarla, del vampiro.”
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