El corneta Santos González Roncal (Mallén, 1873) fue uno de los soldados españoles que resistieron 337 días en el sitio de Baler, una vez perdida la colonia.
ona (actualmente es uno de los campus de la Universidad Pompeu Fabra)
Aquellos supervivientes fueron los últimos de Filipinas, unos héroes que, aislados y ajenos a los hechos que habían precipitado la pérdida de la colonia por parte de España, cumplieron con su deber hasta el último momento.
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Algunos de aquellos soldados eran aragoneses, como el corneta Santos González Roncal (Mallén, 1873), un militar que había combatido en África, Cuba y, finalmente, en Filipinas. Defendió Baler, y ocupó la iglesia junto a los hombre de su destacamento, sin saber que dos semanas antes, el 12 de junio de 1898 el general Emilio Aguinaldo había proclamado la independencia de las Islas Filipinas tras derrotar a España en la batalla de la bahía de Manila.
Santos González nunca fue partidario de la capitulación y, muy a su pesar, fue el encargado de anunciar con su corneta la rendición de la guarnición española de Baler tras recibir la orden del capitán Martín Cerezo. Los soldados se resistían a creer que la colonia se había perdido hasta que finalmente se convencieron al leer una noticia en un diario español que cayó en sus manos.
El militar zaragozano regresó a Mallén en 1899, procedente de Barcelona, donde desembarcó el 1 de septiembre de ese mismo año. Había rechazado el ofrecimiento de seguir en el ejército y tras instalarse en su localidad natal se casó con Carmen Calavia Lozano, con quien tuvo seis hijos. Nada hacía presagiar que uno de los últimos de Filipinas, un héroe de guerra condecorado por su valor, acabaría fusilado en los primeros meses del estallido de la Guerra Civil, un 8 de septiembre de 1936.
Otro de los aragoneses que formaron parte del destacamento de Baler fue el sombrerero turolense Marcos Mateo Conesa, nacido en la localidad de Tronchón en 1876. Fue destinado a Filipinas en el Batallón Expedicionario de Cazadores nº 2, cuando contaba con 22 años, a principios de 1898. Tras su regreso a España, volvió a su pueblo, se casó y tuvo 3 hijos. Se dedicó a la fabricación de sombreros hasta su muerte, en 1923.
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