martes, 14 de octubre de 2025

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS: GUERRA, HAMBRE, PESTE Y MUERTE




 LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS: GUERRA, HAMBRE, PESTE Y MUERTE

Para el año 535, la obra de Procopio de Cesarea registra un hecho insólito: «el sol daba una luz sin brillo, como la luna, durante este año entero –y, a causa de ello–, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte». La presencia de polvo atmosférico de origen volcánico, a consecuencia de violentas erupciones que se prolongaron durante una década, redujo la radiación solar sobre la superficie terrestre, que causó un enfriamiento climático entre los años 536-660 conocido como LALIA (Late Antique Little Ice Age).
Los dramáticos efectos se reprodujeron a escala global. A mediados del siglo VI, Jordanes constata que tanto el Bósforo como el mar de Azov se helaron y, a principios de la séptima centuria, se registran noticias en relación con fuertes nevadas en Oriente Próximo, con la pérdida de árboles y cosechas, cuando, según los cronistas, incluso el río Éufrates y la orilla del Mediterráneo se congelaron. Este enfriamiento coincidió con una severa reducción en las precipitaciones. Durante el primer año del reinado de Heraclio, entre 611-612, una sequía malogró las cosechas y, en palabras de Agapio de Hierápolis, «entre los romanos hubo una gran hambruna, de manera que los hombres se comieron los cadáveres y las pieles de los animales». En la cuenca mediterránea, la sequía suponía el factor que más perjudicaba la producción de cereales: en otoño puede interrumpir la siembra, en primavera destruir la cosecha e incluso privar a los agricultores de las semillas necesarias para la próxima siembra. En torno a 664-665, las copiosas nevadas también arruinaron los olivares, una situación que se repitió en 669 cuando hubo «un invierno riguroso: mucho frío, hielo y nieve; los olivares y las viñas se secaron en toda Siria y Mesopotamia» y «muchos hombres, así como bestias, sufrieron enormemente».
La tríada mediterránea –trigo, vid y olivo– consti

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