Laura, 52 años, llevaba meses con cansancio extremo, aumento de peso y sensación de frío constante, incluso en días calurosos. Notó además que su piel se volvía más seca, su cabello caía con facilidad y su ánimo se desplomaba sin razón aparente.
Pensó que era estrés o el inicio de la menopausia. Sin embargo, los exámenes revelaron otra causa: hipotiroidismo.
Su glándula tiroides, pequeña pero vital, había reducido su producción de hormonas, afectando el metabolismo de cada célula de su cuerpo.
El diagnóstico fue un alivio y una advertencia: el cuerpo habla en susurros antes de gritar.
“No era flojera ni tristeza… era mi tiroides pidiendo ayuda.”
El hipotiroidismo puede pasar inadvertido durante años. Detectarlo a tiempo y mantener el tratamiento adecuado es clave para recuperar energía, peso y bienestar.

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