Dos caras de un mismo milagro: la placenta.
A la izquierda, el lado materno, con su superficie rugosa e irregular, está formado por múltiples lóbulos (cotiledones) que se adhieren firmemente al útero. Desde allí, la sangre materna baña los espacios intervellosos, cargados de oxígeno y nutrientes.
A la derecha, el lado fetal, liso y brillante, muestra los vasos del cordón umbilical ramificándose como las raíces de un árbol de la vida. Por esas arterias y venas fluye el líquido preciado hemático que nutre al feto, le da oxígeno y retira los desechos metabólicos.
La placenta es, en esencia, el primer órgano vital del bebé, su sistema respiratorio, digestivo y excretor temporal.
Es un filtro inteligente que permite el paso de lo necesario y bloquea gran parte de lo dañino.
Produce hormonas, regula el metabolismo y mantiene el equilibrio entre dos organismos que, aunque distintos, laten al mismo ritmo.
Tras el nacimiento, su función culmina, pero su huella biológica y emocional perdura para siempre: fue el puente que transformó la unión celular en vida humana.
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Mensaje final: El contenido ofrecido es exclusivamente para fines informativos y de formación. No equivale a una evaluación médica presencial. Cualquier síntoma debe ser valorado por un profesional de la salud.
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