El gato bombero
Cuando Rino nació, estaba muy
chiquito y muy flaco. -Este gatito
tan feo no lo quiero -Dijo la señora
de la casa, y se lo regaló a un niño
que era hijo de un panadero.
Cuando el panadero vio al gatito, se
enojó y le dijo a su hijo:
-Yo no quiero gatos en la panadería,
así es que ¡fuera de aquí!
El niño, muy triste, regaló a Rino a una
amiguita suya, que era hija de un
carnicero. Cuando el carnicero vio al
gatito se enojó y le dijo a su hija:
-Yo no quiero gatos en la carnicería,
así es que ¡Fuera de aquí!
La niña regaló a Tino a una vecina
que era hija de un señor que tenía
una juguetería.
Cuando el señor vio al gatito se
enojó y le dijo a su hija:
-Yo no quiero gatos en la juguetería,
así que ¡Fuera de aquí!
La niña dijo: -Voy a dejar a Rino
afuera de la juguetería y le traeré
leche y comida todos los días.
Rino creció mucho y se volvió un
gatito muy lindo y gordo.
Una noche, cuando Rino dormía
afuera de la juguetería, sintió
un olor a humo y empezó a maullar.
Maulló tan fuerte, tan fuerte que vino
un policía y llamó a los bomberos.
Los bomberos apagaron el fuego de
la juguetería y, cuando se iban, un
bombero vio al gatito y preguntó:
-¿De quién es este gatito?-. El
policía le contestó: -Es un gatito
callejero. Él avisó que la juguetería se
estaba quemando.
El bombero dijo: -Me lo llevaré a mi
casa y así él me avisará si hay algún
incendio.
De el libro de lecturas de primer grado (el de la portada del perrito)
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